91. Títeres (Barlon Mrando)
Cualquier día, a cualquier hora, sin previo aviso se nos caen las alas, dejamos de escuchar los grillos: se nos seca la niñez. Unas lentes invisibles se colocan ante nuestros ojos y nuestras piernas pierden la capacidad de saltar. Irremediablemente entramos en la crisálida. La mutación avanza con cada respiración y a nuestro alrededor desparecen todas las maravillas; las piedras son piedras y los palos, palos. A medida que nuestro cuerpo se desarrolla se va perdiendo la magia que nos vio nacer, y la involución nos hace previsibles y razonables. Como adultos cumplimos con lo que se espera de nosotros: tatuamos en el alma la ambición, la prisa y el miedo. Llegamos a ser dignos engranajes de la sociedad, el fin para el que fuimos concebidos.
Bajo nuestras camas todavía permanecen los monstruos de aquella infancia. No esperan que volvamos. No desean que volvamos. Solo observan, con sus sonrisas taimadas, aquello en lo que nos estamos convirtiendo. Porque, como ellos bien saben, sus planes se desarrollan a la perfección.
Ohhhh, si es que eres poeta. Qué bonita descripción de la infancia (aunque sea en negativo). Aunque a mí me hubiera gustado más que esos monstruos de debajo de la cama fueran buenos. Me parece muy bueno, de todas formas.
Esperaba tu relato de este mes con ansia. Buena imagen de lo que somos; a los monstruos de debajo de la cama no les habrá gustado mucho que nos abras los ojos. ¡Suerte!
No puedo estar más de acuerdo contigo y con el espíritu de tu relato. La gente menuda es la mejor, sin contaminar, con la capacidad de asombro intacta, inocentes y sin domesticar. Cómo nos estropeamos luego para convertirnos en adultos respetables, títeres de un sistema que mueve los hilos y nosotros danzamos. Cuando las piedras son piedras, y los palos, palos, malo.
Original, tierno y profundo, Juanillo.
Un abrazo y suerte, campeón
Barlon, que descripción tan parecida con mi forma de sentir, digo de sentir porque me siento identificado por cómo lo has dibujado.
Un abrazo
Buen relato. Y aquel que no es un títere, es un desadaptado.
Abrazos.
Pues yo aún escucho los grillos en mi cabeza 😛 … Suerte, compañero.
¡Qué listos los monstruos! ¡Y qué torpes nosotros, que nos creemos los dueños de nuestro destino! Me gustó muchísimo. Un abrazo
Hostia, Juan, qué bueno!!
Beso.
Payo, me has puesto los vellos de punta, y mi reacción no tiene nada que ver con tu sexapil. Que esta noche voy a mirar debajo de la cama antes de acostarme. Espero no encontrarme ningún monstruo entre las pelusas.
Para tu descripción de la infancia perdida, no tengo palabras. Si supiera tocar la guitarra, le pondría música, que es lo que se merece.
Abrazos y suerte.
¡Espléndido! Aunque me temo que la verdaderos monstruos ya ni siquiera se esconden.
Saludos
Y nosotros pensando que somos nosotros. Pero quiero creer que nadie me lleva la mano para escribir que este relato es muy bueno. Mucha suerte.
Duro ritual el del paso a la vida adulta! Qué pena no tener el botón de marcha atrás, aunque hay fugaces momentos…
Barlon Mrando, profundo tu analisis e interpretaciones. Suerte y saludos
Guauuu, me ha encnatado! Felicidades por el relato!!
Qué magnífico relato. Equilibradas las dos partes, con maestría en las descripciones. Aaaaaal libro de cabeza!!!! Felicidades.
Pues tiene razón el narrador, que supongo que también es opinión del autor, pero de este no diré nada. Creo que has detectado algo que no sospechábamos pero es cierto, aquellos monstruos estos lodos. Un relato inteligente. Suerte.
Magnifico relato, donde de forma prosada has ido desgranado nuestra perdida de la inocencia y nuestro comienzo a una realidad adulta llena de ambición y sin magia.
Esos monstruos que aun se esconde debajo de nuestra cama y ya no los vemos, ni los sentimos, ni los tememos. Una pena.
Felicidades por tan buena aportación a este mes.
Un beso.
Me ha gustado muchísimo. Esos monstruos de una infancia ya desaparecida que no desaparecen, que siguen ahí, debajo de nuestras camas, con nosotros para siempre…
Yo nunca seré así de mayor, te lo aseguro. Que me esperen los monstruos, mejor si lo hacen sentados.
Suerte Barlon.
Has tocado un tema que me gusta especialmente, y del que he intentado explicar alguna vez con más o menos fortuna. Tu relato está rodeado de belleza por esas expresiones con la que construyes imágenes que a modo de diapositivas (el power point de finales del siglo XX) nos vas mostrando. El final apunta a que aunque no lo creamos, los malos tienen siempre un plan. Otro gran relato con el que he disfrutado. Mucha suerte 🙂
Que bonito relato.
Y qué cierto, que nuestra sociedad está llena de títeres.
Acertado. Nos equivocábamos pensando que se podían ver ahí mismo los monstruos. Pero acechaban.