135. Todas las rutas marítimas conducen a tu cabo de Gata
El nivel del mar comenzó a subir por el calentamiento global y las tormentas de verano. Cuando nos dimos cuenta ya había llegado a los pies de la cama. A ti te pilló desnuda, saliendo del baño, con las uñas pintadas de rojo, el pelo enrollado en una toalla y el cuerpo oliendo a maracuyá, pero aun así conseguiste encaramarte de un salto al colchón y soltar amarras con ese pirata informático, que te abordó en el trabajo para grabarte películas de amor y baladas románticas en cedés vírgenes. Ahora navegáis con viento a favor y rumbo fijo hacia una isla con palmeras, dispuestos a fundar vuestro propio paraíso fiscal, donde la felicidad apenas tribute y hacer el amor desgrave. Yo, en cambio, solo tuve tiempo de agarrarme a la mesilla que compramos en Ikea y hace meses que floto a la deriva en medio del océano, mientras busco, en las cartas de navegación que te escribí cuando hacía la mili en Almería, la ruta que me permita alejarme, por fin, de tu cabo de Gata.
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Ernesto, te veo nostálgico y no quiero fastidiar, pero te mando este justo desde el fin de mis vacaciones en Mojacar, saliendo del Cabo de Gata.
Un besote.
Auro.
El mar es un elemento en el que pueden navegar o hundirse muchas existencias, no hay que subestimar el poder de seducción de un pirata informático. Espero que este protagonista, que me ha caído simpático, encuentre pronto un puerto en el que arribar, diferente de ese Cabo de Gata que sólo puede hundirle o dejarle a la deriva, pues es de temer que la mesilla de Ikea no aguante mucho en medio de las corrientes oceánicas.
Un abrazo, Ernesto. Suerte
Qué bueno, Ernesto. Excelente.
De cabeza a la final, ya lo veo.
Un abrazo.
Relatazo, si señor. Poco más que añadir. Voy a volver a saborearlo.
Suerte y abrazos.
Un relato precioso Erneto !!!
Mucha suerte y un abrazo