105. ¿Todo es lo que parece?
Con la policía pisándole los talones, logró colarse como polizón en el barco.
Con la maleta cargada de mentiras por contar y pastillas para dormir, buscó una presa fácil. Una piel poco tersa que se dejara embaucar por su sobrada juventud.
El fulgor de las joyas en su pecho fue el reclamo. Para ella fue suficiente un cruce de miradas, el tintineo de las perlas ya olvidado del pálpito agitado.
El camarote fue su refugio, para ella el edén.
Un par de copas para distender, besos clandestinos para conquistar, las suficientes confesiones como para saber que viaja sola y un disparo silenciado entre la almohada.
Ahora la arrojaría al mar, se acostaría en la cama deshecha, y trataría de vencer la batalla al maldito insomnio; ése que cada noche le acerca la brisa de su piel; ese que le hace tener alucinaciones, como la de esa montaña de hielo que parece acercarse cada vez más.
Me gusta mucho el ritmo que tiene el relato Raquel, tiene musicalidad y la última frase es perfecta para rematar.
Genial. Mucha suerte!
😉
Buena apuesta raquel me pirran las historias de crímenes, ladrones, asesinatos, dertectives, en fin me va lo negro y además le metes el arte del sexo la seducción y el robo.
Buena apuesta .
Suerte y abrazos
Raquel, me ha encantado. Ritmo y arte en tu relato.
Un abrazo
Genial, se palpa la tragedia que va aumentado , acelerando el ritmo hasta explotar.
Una pena que ese iceberg no sea realmente una alucinación porque la vida de este joven polizón da para muchas historias que contar, un intenso pasado.
Tal como comenta Ana tu polizón goza de tu admiración, es casi un deseo y le diste hasta quizás la oportunidad de ser un sobreviviente.
Muy ueno.
Un abrazo y suerte.
Raquel, si, da pena intuir su final. suerte y saludos