46. Todo lo que me hace sentir sin saberlo
Entrar en la estancia y tomar asiento con una aureola de gris resignación. Esperar a que entre por la puerta y se acomode a la izquierda. Encontrar sus ojos oscuros porque sé que me están buscando. Reír con el iris, con las pupilas, con la boca, incluso con las cejas. Notar una descarga eléctrica que empieza en el brazo y termina en el estómago, cuando con suavidad me toca y me transmite un matiz de tranquilidad, sin darse cuenta él aunque sí yo. Intuir como el gesto risueño de mi rostro se va transformando con ese toque de picardía que desemboca en una carcajada de tonta quinceañera. Comprender que me invade un océano de felicidad cuando advierte y elogia mi inteligencia. Nadar un buen rato a su lado contándole entusiasmada datos sobre mi vida para saciar su curiosidad sin sentir que me estoy exponiendo a un peligro inexistente. Dejarme mojar por dentro y originar un incendio por fuera. Salir de la estancia y tomar asiento en el coche para volver a casa con alegría e ilusión renovadas.
Estibaliz, el uso de infinitivos refuerzan el ritmo de tu historia. Suerte y saludos
Una experiencia que, no por cotidiana, es menos esperada y opuesta a la rutina. Hay personas que tienen la virtud de provocar dicha a diferentes niveles, quizá sin pretenderlo ni ser conscientes. La descripción de esas sensaciones de la protagonista casi hace que se contagien. El título también es un acierto.
Un abrazo y suerte Estíbaliz
Ostras, esa última frase da sentido a todo y es una puñalada de las buenas.
Muy bonito y optimista, todo un mundo de sensaciones preciosas que hemos sentido un poquito al leerte.
Besos, Estíbaliz
Este relato me ha dejado una duda esencial, pero también un sentimiento positivo general que hace que me alegre por la protagonista, así que bien por ti, Estíbaliz.
Un relato muy bello, cargado de sensualidad. El tema propuesto sutilmente tratado.
Abrazos de verano y suerte.