46. TODOS LOS DÍAS NACEN Y MUEREN MILES DE DESGRACIADOS
Durante meses se había opuesto a la expropiación de su vivienda para construir una carretera; pero cuando recibió la resolución judicial de desalojo inmediato sintió que las piernas le fallaban al tiempo que se aceleraban los latidos de su débil corazón. Se sentó en el porche y, como si de una película se tratara, por su mente pasaron todos los recuerdos de su vida. Tenía diez años cuando estalló la guerra. Su padre murió en el frente y su madre no aguantó prisión. A ella la raparon el pelo y le obligaron a tomar aceite de ricino. Con catorce años se puso a trabajar en una casa de labranza. En bicicleta portaba las ollas para el reparto de leche. Está encorvada por los sacos que cargó para construir su casa junto a su marido fallecido hace veinte años
Ahora, al recordarlo, las lágrimas retenidas brotaron buscando camino por los surcos de su cara.
Un escalofrío recorre su cuerpo, sube a la habitación y poniéndose su mejor vestido se tumba en la cama. La misma donde nacieron sus hijos y murió su marido
Allí la encontraron, mientras su fiel “Coco”, encogido en un rincón, gime lastimosamente.
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Demasiadas decepciones y desgracias para poder seguir. No es de extrañar que a tu personaje le faltaran las fuerzas para continuar. La vida es muy injusta con mucha gente todos los días como figura en el título del relato. Hay cosas que no cambian, que no hacemos cambiar.
Por suerte siempre hay alguien que lo sabe contar. Un beso y mucha suerte.
Es un cuento muy triste que cuenta la vida de una de las muchas personas marcadas por un destino cruel. Me gusta mucho el final con el perro gimiendo por su ama.
Siempre me han dado mucha rabia las expropiaciones. Buen relato, suerte.
Ya sabemos que la vida es lucha, pero desde luego, para unos mucho más que para otros. Hay quien, como tu protagonista, apenas ha conocido otra cosa que penalidades, las consecuencias de unos hombres implacables que fustigan a otros, que les niegan todo derecho para mantener sus privilegios. Una mujer llena de dignidad, que tras el repaso vital y el recordatorio a sus seres más queridos se marcha sin hacer ruido, quizá golpeando la conciencia de quienes han decidido sustraerle lo que con tanto trabajo había construido.
Un abrazo, María
Esta triste historia está basada en un hecho real sucedido no hace mucho. El final está un poco cambiado ya que murió en el hospital; pero he querido expresar lo indefensos y solos que viven muchos ancianos, cuya muerte, en muchos casos, quienes más lo sienten son sus fieles mascotas.
María, que duro, que vida les toca a muchos.
Un abrazo.
La vida es lucha desde que nacemos hasta que desaparecemos. Y aquí lo has plasmado de un modo evidente, con toda esa serie de circunstancias que acabó soportando tu personaje.
Mucha suerte,
Ton.
Triste y dura historia bañada de un realismo que estremece.
Buen relato. Suerte y besos María.
UNa dura y triste historia que puede ser real como la vida misma.
Bien contada.
Una historia muy dura y que por desgracia para muchos en los últimos tiempos ha sido realidad. Los desahucios están a la orden del día y es toda una vida la que se queda ahí, aunque en este caso es una expropiación, no deja de ser un terrible momento el de tener que dejar atrás todo lo conocido, ese final es muy tierno, la fidelidad de los peludos es algo entrañable. Suerte María.
Maria, que situacion tan penosa, bien contada, suerte y saludos
Con que tranquilidad se priva a las personas del lugar donde habitan todos sus recuerdos.
Muy bien transmitido , Maria.
Enhorabuena y abrazos