40. TORTURA
Habría querido quedarse en blanco, como la hoja impoluta que espera acoger los más íntimos pensamientos, como la nieve virgen de altas cumbres o las tiernas ovejas que pastan en el campo.
Pero era imposible. Por mucho que lo intentaba, no lograba parar su cerebro.
Siempre estaba maquinando, pensando en los últimos acontecimientos, taladrando su consciencia cuando ésta, únicamente, querría descansar.
Conforme vivía, esa desconexión resultaba cada vez más difícil.
Y ella estaba cansada, exhausta, agotada…
Solo pretendía recobrar sus fuerzas para gestionar esos episodios que habían tomado al asalto su existencia.
Quisiera tener, como los aparatos electrónicos un botón de ON-OFF para parar o poner en marcha lo que pasaba vertiginosamente por su pensamiento.
Quizás así desaparecieran las escenas del genocidio que había presenciado en Ruanda mientras cubría esa información para su periódico. O tal vez lograra detener, como en una moviola, las imágenes de la guerra en Yugoslavia o las muertes originadas por el tsunami y el accidente nuclear en Japón.
Pero ahora que estaba a punto de retirarse, las imágenes que había plasmado con su cámara y que tantos prestigiosos premios le habían reportado, se habían convertido en una tortura.
¡Como le gustaría poder quedarse en blanco!
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Quienes han sido testigos de los mayores horrores han de quedar, por fuerza, marcados. Antes que profesionales, somos emocionales. Un reportero gráfico que haya vivido en primera línea de acontecimientos como los de tu protagonista tiene que tener recuerdos imborrables, pero en el peor de los sentidos, experiencias asimilables a eso que llaman estrés postraumático. Debe de ser una tremenda tortura querer olvidar ciertas imágenes y que se obstinen en no marcharse, en estar presentes de forma recurrente, hasta el punto de desear hacer borrón y cuenta nueva, de querer reiniciarse para aliviar tanto sufrimiento.
Un relato muy humano y muy periodístico.
Una brazo, Gloria. Suerte
Muchas gracias, Ángel. Me dió la idea mi ex compañero de carrera, Alfonso Armada, cuando publicó sus Cuadernos de Ruanda, tras la cobertura que realizó del genocidio de Ruanda. Yo trasladé esa experiencia al terreno gráfico para hacerlo más visual. Muchas gracias por tus comentarios tan amables y tu corrección. Un abrazo. Gloria
Tiene que ser horrible vivir esas experiencias. Buen relato.
Sí, y muchos reporteros gráficos han sido testigos de esos hechos. Al final todo pesa en el alma y acaba pasando factura. Gracias por comentar. Un abrazo enorme. Gloria