77. Tráfico (Esperanza Tirado)
Mientras tiende las sábanas de las habitaciones observa el paisaje. Una carretera gris, recta, interminable, hasta donde alcanza la vista.
El tráfico es incesante. Aunque últimamente paran pocos. Hasta a este tipo de negocios les ha afectado la crisis.
Ellos tienen suerte: Su hotel está muy bien situado. Su jefe tiene contactos dentro de la provincia y sabe llevar el negocio. Además, trata bien a sus chicas y les deja días libres. Sabe de otras, en otros locales, de oídas, a las que maltratan brutalmente.
El viento le trae el sonido de risas infantiles. Al otro lado de la carretera está el parque del pueblo, al que se accede por una pasarela elevada. Allí su hijo juega con otros críos. Ajenos a los problemas del mundo.
Se ha integrado bien. No es la primera vez que un hijo de las de ’La Mansión’ va al colegio. Obviamente, ella no asiste a las reuniones de madres. Hay ciertos límites.
Su sonrisa de niño feliz le llega desde el otro lado. Corre entre los columpios, se revuelca en la arena, haciendo ángeles, despreocupado.
Un claxon suena en el aparcamiento. Llega un coche. La jornada del hotel comienza de nuevo.
Esperanza, desentrañas muy bien el día a día de esta mujer, dandole tintes de normalidad. Suerte y saludos
Supongo que en situaciones como esas (a veces no deseadas) los pequeños gestos del día a día son los que nos mantienen vivos. Y, en este caso, el pequeño gran gesto de su hijo.
Gracias Calamanda.
Me gusta como consigues que vea con ella la carretera y a su hijo haciendo ángeles. Una vida más en medio de las vidas de los demás, con sus miserias y sus concesiones, con un halo de cotidianidad exquisito.
Mucha suerte. Un abrazo.
Muchas gracias, Paloma. Es una alegría y un premio leer comentarios como el tuyo.
Un abrazo y suerte para tí también.
Cruda vida que comparada con otras se le hace más llevadera, sobre todo por su hijo. Marcando distancias con los vecinos y sonriendo al verlo jugar, esa figura en la arena del ángel me ha encantado. Buen relato.
Suerte Esperanza.
Gracias Mª Belén. Lo de hacer ángeles lo vi en algún capítulo de Los Simpson hace tiempo y se me quedó guardado. Cambié la nieve por arena y la imagen sigue siendo bonita.
Suerte para ti también.
Qué buen micro, ESPERANZA, realmente me gustó muchísimo. Una mujer que se permite ser madre- o que le tocó ser madre, vaya una a saber- y que saca a su hijo adelante ejerciendo el oficio más viejo del mundo. Me gusta que mantenga cada cosa en su lugar, el trabajo y el hijo por carriles paralelos que no se cruzan, ¿llegarán a hacerlo algún día? El título, maravilloso; no sólo hace referencia al TRÁFICO de la carretera, a mi entender ¿es así o me equivoco?
Cariños,
Mariángeles
Efectivamente, el título es por ambos tráficos: el de la carretera y el de personas.
Gracias por tu comentario, Mariángeles.
Un Beso.
Y mucha suerte para ti también.
Hay dos grandes verdades que, a mi modo de ver, se dan cita en este relato.
La primera, es que el oficio más antiguo del mundo también merece un respeto.
La segunda, es que los niños lo son siempre, sean hijos de quien sean. El de la protagonista hace que su vida no sea como esa carretera tan llena de tráfico: «gris, recta, interminable», sino que aporta colores y alegres curvas de esperanza.
Suerte y un saludo
Gracias por tu análisis, Ángel. Ya es un premio en sí mismo.
Saludos.
Y suerte.
Excelente manera de narrar, nos muestras un ser humano, dentro de la piel de esa mujer, cuyo trabajo la aparta de la sociedad por el solo hecho de ser. Mientras es una madre que sabe que la felicidad de su hijo bien vale esa lucha diaria.
Me gustó. Un abrazo y suerte.
Mil gracias por lo de excelente. Siempre dudo al subir el relato. Luego me encuentro con la sorpresa de estos fabulosos comentarios. Y se me pasan las dudas y se me sube un poco el ego.
Gracias Moli. Y Suerte con tu relato.
Precioso relato que narra con naturalidad una vida dura, pero superada gracias a la alegría de la maternidad. Siempre estupendos tus relatos.
Un millón de gracias Gloria. No sabes la alegría que da leer cosas como estas.
Saludos.
Muy bien contado, dando normalidad a un lugar y un trabajo que existen en todas las ciudades. Me parece un micro de gran valor social, todo un ejemplo.
Felicidades.
Besos
No pretendía llegar a tanto, la verdad. Simplemente era una pequeña idea de lo que se adivina cuando pasas con el coche por el lado de algún local de carretera.
Muchísimas Gracias por verlo así.
Besos, Asun.
Qué bien escribes, Esperanza. Como ya te han dicho, envuelves en normalidad una situación muy dura, consiguiendo un texto entrañable, conectando los mundos opuestos de la inocencia y el sexo comprado, a través de esa pasarela elevada.
Abrazos!!
¡Gracias Patricia!
Demasiado dura esa vida, sí. Y me ha salido un tono, no sé si normal, pero incluyendo lo del hijo parece que se suaviza un poco la cosa.
Abrazos y Mil Gracias.
Hay veces en que el título sí lo tengo claro. Esta es una de esas, pocas, veces.
Gracias mil Ana.
Suerte para tí.
En el tráfico de la carretera, en el flujo de la vida, en el trasvase de mercancías y personas, eliges un momento para narrar la historia. Y que encojes está preñado de una cotidianeidad absoluta. Me gusta el relato. Felicidades.
Muchas gracias Daniel por leerlo y por tu comentario. Encantada de que te haya gustado.
Saludos.
Muy bien contada esa desesperanza de tu protagonista asociada a esa carretera gris, interminable como contrapunto a lo que ve frente a ella, que puede salvar con una pasarela elevada. Me gusta cómo describes su vida, sus días, su rutina, sin necesidad de expresar un juicio moral.
Suerte y saludos.
Cuando se pasa al lado de un hotel/club de carretera sólo vemos la cáscara y las luces de la fachada. No sabemos qué ni quiénes hay dentro. Ni cómo llegaron allí. En un viaje largo se pasa delante de muchos y a veces da por pensar qué ocurrirá a l@s de dentro. Y te imaginas mil historias.
Gracias Rafa.
Suerte para tí también.
Me ha gustado mucho como has explicado esa doble cara que tiene la moneda de tu historia. A través del pensamiento de tu protagonista vehiculas un personaje secundario que no es tal ya que sostiene a tu personaje y hace que todo lo malo que le rodea parezca un poco menos malo. Has dibujado dos líneas que van en paralelo y que el lector sabe que algún momento se acabarán juntado. Mucha suerte 🙂
Gracias Juan Antonio. Por los hijos una madre se sacrifica y ‘disfraza’ lo malo o lo triste para que no lo parezca tanto. Ellos siempre acaban siendo personajes principales.
Gracias y suerte para ti también.
Hola, Esperanza, es muy bonito tu relato, como siempre que te leo hay algo que te llega en tus letras. De este micro me quedo con este párrafo: «Se ha integrado bien. No es la primera vez que un hijo de las de ’La Mansión’ va al colegio. Obviamente, ella no asiste a las reuniones de madres. Hay ciertos límites».
Lo humano machacado aparece aquí, la represión social en la misma educación, menos mal que, si ocurre, solo será en determinados centros y en circunstancias especiales.
Entonces algo hago bien si me dices eso de ‘que te llega’. Leer eso ya es todo un premio.
Gracias por tu análisis. Obviamente esto es ficción. En la vida real cualquier madre tiene derecho a conocer de primera mano las actividades escolares de su hijo.
Gracias Lorenzo.
Saludos y suerte.
Esperanza, me ha gustado especialmente el contraste de la vida gris y difícil que tiene la protagonista y el colorido que aporta el mundo de ese niño alegre y despreocupado. Muy bueno el título, también. Un abrazo y suerte
Muchas gracias Concha. El título salió más fácil que el resto esta vez.
Abrazos y suerte para tu relato.
Hay varios detalles que me gustan muchísimo de tu relato: el primero es cómo te sirves de la cotidianidad de los gestos como tender las sábanas o ver jugar aun hijo, para explicarnos una historia con muchas aristas; el segundo es el título, fantásticamente escogido, con ese juego de dobles sentidos; y el tercero es este «hay ciertos límites», con el que fotografías las actitudes de «tolerancia» del pueblo que se ve obligado a convivir con las actividades de hotel (parece que estoy oyendo a las vecinas comentando «los niños no tienen culpa»). Me parece un relato muy inteligente, con una prosa cercana y eficaz. Felicidades.
Suerte y abrazos
Me has dejado con tu comentario que casi me sale un aplauso.
No puedo decirte más que ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
Y Mucha Suerte para tu relato.
Un abrazo.
Un relato con una cadencia preciosa, además de todo lo ya dicho.
Felicidades.
Mil gracias, María, por leerlo y por tu comentario.
Saludos.