95. TRAICIÓN
Su recuerdo solo ya hubiera bastado para dilatar la herida. Pero no. También los discos. También esa piel tuvo que dañársela. Nina Simone, Abbey Lincoln: el dolor no titubea, reconoce bien una guadaña de nombres que asoma desde los estantes.
Cuando ella sólo pretende descansar, al fin. Pero la voz: esa caricia, por última vez, de una música de terciopelo. El vacío que él le dejó casi acierta a encoger bajo el disfraz de Frank Sinatra.
La aguja va recorriendo el vinilo: más recuerdos, la brecha cuántos milímetros más grande. Come fly with me, sí, volaron juntos. A la luna, cierto. Cada vez que trepaba al cielo de sus ojos.
Y ahora esta caída. Va a cerrarla cuanto antes. No será la forma más digna de encajar los golpes. Pero si no soporta seguir. De qué otra manera.
Y Sinatra se aleja. Igual que la ventana; la aguja salta del vinilo a su decisión: no es capaz de hacerlo. Esto tampoco.
Pone de nuevo el disco. Llora en silencio, grita en silencio y su desesperación de rodillas, pero al menos, un día más, la voz. Ésa tendrá que ser su manera. Soñar que resiste entre la piel de esas notas.
Un relato extraordinariamente poético del dolor a veces insoportable que genera una ruptura, y que tú haces casi palpable frase a frase. Preciosa la frase de cierre. Besos y suerte, Raquel.
Bella historia, palabras que delicadamente acompañan y rasgan. Bonito relato.
Hay dolores y penas tan profundas que cuestan de creer. Tu relato nos desgarra con una de ellas. Hay que aferrarse a algo, aunque solo sea una canción. Mucha suerte 🙂
Raquel, tu cuento y su ritmo lleva a escuchar la música increible de estos fenomenos. Suerte y felices fiestas. Saludos
Cuesta aceptar el adiós, pero cuando llega siempre quedan recuerdos y momentos que nos duelen.
Excelente Raquel!
Un abrazo y suerte, que el próximo año sea mejor para continuar disfrutando tus letras…
Muchas gracias por vuestras lecturas; realmente alentador conocerlas a través de estos comentarios. Igualmente, suerte a todos los que también estáis por aquí 🙂 ¡Saludos!