41. Tranquila, mamá. (Asunción Buendía)
Toses en la habitación de su madre la sacaron de su duermevela. Aguardó unos minutos calibrando el grado de ahogo y la frecuencia de los ataques. Un acceso, un suspiro hondo y otro aún más profundo que el anterior.
Mecánicamente se levantó, se calzó las zapatillas. La temperatura se había desplomado, aunque, camino de la habitación, no era eso lo que la hacía temblar.
Su madre seguía en la misma posición en que la había dejado al acostarla, excepto por la mano que caía descuidadamente fuera de la cama, como sin vida.
Al encender la lamparita le descubrió un mohín, un puchero infantil, pero que resultaba grotesco en su arrugado rostro. Le acomodó la almohada y le retiró un mechón blanquecino, rebelde. Metió de nuevo su mano bajo el edredón y le secó un hilillo de saliva que se escapaba por la comisura de su torcida boca. Finalmente depositó un beso dulce y breve en la frente al tiempo que susurraba, acunándola con ternura, “tranquila mamá, estoy aquí, yo siempre te protegeré”.
Luego regresó a su habitación luchando con los monstruos que la acechaban en el pasillo, apremiándola con susurros envolventes, para que hiciera “descansar” por fin a su madre.
Una vida entregada a la que se le pasa de todo por la cabeza, consecuencia de ESE tanto luchar día tras día.
MUY BONITO. TE DESEO SUERTE.
ASí es Ton, quería dejar claro que la hija adora a su madre, pero inevitablemente esos monstruos se cuelan en su cabeza.
Un saludo y gracias por la suerte.
No consigo doblegar el vello, empeñado en permanecer de punta.
Edita es un relato que me ha sido duro escribir, pues convivir con un ser queridísimo y verle deteriorarse tanto es algo muy doloroso.
Un abrazo.
Encomiable el esfuerzo de esta mujer. No es de extrañar que los monstruos interiores, producto de tanto cansancio, le hagan sugerencias. Creo que son muy humanos esos monstruos. Y creo que es un relato para pensar. Muchísima suerte.
Me gusta que digas que estos monstruos son muy humanos, porque yo también lo creo. Pero aún así asustan mucho.
Un abrazo grande.
Y gracias por la suerte!!
Darlo todo, negarse a sí misma, al tiempo de preguntarse si sirve de algo, cuestionarse, incluso, si no será contraproducente alargar de forma artificial el designio de la naturaleza. Un relato lleno de fuerza y donde parecen convivir lo mejor y lo peor del género humano.
Un saludo
Una sinopsis perfecta, Ángel, quería justamente reflejar que el ser humano es bondadoso y entregado con sus seres más queridos, pero a la vez se ve asaltado por dudas y negros pensamientos.
Un abrazo
Asún, ha escrito una historia despojada de hipocresía, retrata muy bien a esos monstruos internos que a veces nos provocan. Muy bueno, suerte.
Saludos.
Gracias Beto, es una historia triste que me ha costado escribir.
Un abrazo
Real y duro, hermoso también. Y muy bien contada esa lucha entre nuestros «quereres» (que a menudo resultan contradictorios).
Bravo por ti Asunción, que has sabido contárnoslo tan bien.
Gracias Reve, creo que son dos personajes muy humanos, la madre entrañable en su vejez y la hija con los pensamientos que la acechan sin querer.
He intentado comentar tu relato y no he podido, creo que no tienes activados los comentarios.
Un beso.
Hola, Asun.
Coincido también con todos los comentarios.
La historia es desgarradora y esos monstruos, seguro que se les pasan más de una vez a las personas que tienen que cuidar durante mucho tiempo a familiares enfermos. Es humano y abriría una polémica sobre la muerte digna.
En fin, felicidades, Asun.
Un abrazo y suertísima.
Gracias Towanda, es una lucha muy humana el corazón te impide separarte de los seres más queridos, pero a veces nos acechan monstruos que nos dicen otras cosas.
Un beso grandote.
Asun, estremecedor relato. La disyuntiva de luchar hasta el último aliento o dejar marchar a los seres queridos sin sufrimiento, son monstruos mentales difíciles de acallar. Muy bueno. Abrazos.
Gracias Salvador, como siempre me pasa había pensado enfocar el tema de los monstruos de otra manera, pero finalmente todo viró hacia este sentido.
Un abrazo grande.
Hola Juan, qué bien y en qué pocas palabras lo has resumido. Eres un artísta sin duda.
Efectivamente mi micro pertenece a la categoría de los gerontos.
Un abrazo grande.
Dicen que mientras hay vida, hay esperanza… No sé. Cuando un ser querido sufre, está desahuciado, y ya solo espera morir cuanto antes… Dejar de sufrir. Y pensamos que nuestra dedicación consiste en alargarle ese sufrimiento…
Un relato para pensar.
Una encrucijada de sentimientos.
Asun, un abrazo grande para ti!!!
Amparo este es un relato triste y duro, pero muy real y muy humano. Esos mosntruos nos pueden acompañar a todos en algún momento.
Tu frase lo dice muy bien, una encrucijada de sentimientos.
Te devuelvo el abrazo con más fuerza, querida Amparo.
Mª Asunción, dicen mucho esas pistas que nos pones. La debilidad de un momento puede cambiarnos la vida. bien contado. suerte y saludos
Así es Calamanda, por muy seguros que estemos, siempre hay monstruos que nos acechan para llevarnos a un desenlace alomejor inesperado.
Un abrazote y gracias por la suerte!!
Me has encogido el corazón. Un redactado hiperrealista, lleno de detalles que has cuidado tanto y tan bien, que te parece verlo, estar ahí y sentir la pena de la protagonista. Excelente. Mucha suerte 🙂
Pues sí, te entiendo Juan Antonio,porque a mí se me encogía mientras lo escribí. Tanto que al final lo suavicé un poco y quedó tal y como lo podéis leer aquí.
Muchas gracias por tu comentario que me anima a seguir.
Un besazo (para ambos)
Una historia que desprende ternura en los cuidados y en la dedicación absoluta a su madre. Por otra parte nos muestra los monstruos del pasillo, de la mente, que le incitan a acabar con esa agonía de la anciana.
Duro relato que deja abierto un debate entre acabar con la vida o dejar que ella se vaya consumiendo de forma natural.
Esplendido , mucha suerte.
un beso.
Gracias Mª Belén, los peores monstruos son los que llevamos dentro. En este caso son muy humanos porque nadie quiere ver sufrir a quien tanto quiere.
Un beso grande y gracias por desearme suerte!
Otro de los monstruos que nos acechan, bien contado, Asunción. Ese dilema que surge sobre el «deseo» de que deje de sufrir y el dejar de vivir. Es un buen trabajo en el que quizás sobre el «yo te protegeré» o no sea el verbo adecuado, no sé, quizás mejor «cuidaré». Suerte. La escena de los monstruos en el pasillo está muy bien.
Hola Ximens, siempre tan observador, efectivamente había escrito «yo te cuidaré», pero para dar más énfasis a los monstruos del pasillo, lo cambié por «te protegeré». Así me parece que quedaba claro que ella luchaba con esos monstruos que son los suyos propios.
Gracias mil por tu comentario y lectura.
Un abrazo.
¡Hola Asun!
No nos conocemos pero he visto una sugerencia en el blog de Esteban y sentí curiosidad… ¡Y vaya que me gustan tus cortos relatos! He estado leyendo algunos y me parecen formidables dignos de un libro, sería estupendo.
Éste es una realidad que afecta a muchísimas personas y creo que quien peor lo pasa es la que cuida del enfermo, sé que estas personas necesitan atención psicológica; aunque debe ser tremendo padecer la enfermedad, sobre todo cuando comienza pues uno se va dando cuenta de lo que le viene encima, es estar muerto en vida.
Bien Asun, ha sido un placer pasar al leerte, me quedo por aquí para seguir leyéndote.
Un beso y mi estima. se muy muy feliz.
Gracias y perdón por no contestar antes es que no tengo conexión
Un beso grande