63. Transparencias
Tengo casi sesenta años. Y el recuerdo de cuando tenía diez, once, doce. De cómo bajábamos al río y me ponía en el tobillo la pulsera de cuentas de cristal. Era buen nadador. Jugaba mal al fútbol. No me gustaba coger cangrejos, pero lo hacía. Ni ranas o lagartijas, y también lo hacía. Luego comenzaron las charlas de chicas. Ellas me gustaban, a mi manera, y eso me ayudaba a disimular. Poco a poco necesité algo más para sentirme bien, y dejé de usar la tobillera.
Esta tarde voy de compras. Algo corto y con encaje. Diré, como siempre, que es un regalo para mi mujer. Ahora, pasado el tiempo, sé que nunca volveré a sentirme como con aquella pulsera en mi pie. Podía llevarla por la calle sin que nadie mirara.