88 Triángulo
Me enamoré de una viola en un concierto de Navidad. Lo difícil es contactar dada la distancia que nos separa. Los triángulos somos instrumentos ausentes, nunca de moda, pero cuando aparecemos precisos, exactos, creamos una atmósfera de esplendor. Coincidimos en una serenata en la que la viola se arqueó para resonar juntos unos cuantos acordes que fueron eternos. Desde entonces resuenan en mi memoria, pero temo que se entregue a un contrabajo que comparte con ella la mayor parte del programa de la orquesta. Me bastaría un trío como mal menor, pues es complicado encontrar una sinfonía que nos junte, en la que sonemos al unísono y surjan los acordes de gloria, memorables, y nada la separe ya de mi melodía, de Mi La Do #.
Me encanta tu relato. Me entran ganas de enamorarme de un triángulo
Quizá los triángulos nunca estén de moda y puede que los tríos sí, pero es lógico que hasta un triángulo piense que tres son multitud, no todo se puede compartir.
Una historia original y simpática, con el amor y sus anhelos como tema eterno y que, aunque suene a tópico, transcurre de forma melodiosa.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias, Lidia, por tu comentario y me alegro un montón de que te guste. No sé si un triángulo es lo ideal, sufre mucho y da mucho más de lo que cualquiera podría aceptar. Un abrazo y gracias de nuevo.
Gracias, Ángel, por pasarte de nuevo. De acuerdo contigo en que no todo se puede compartir…, aunque, como en tantas otras cosas, uno empieza ya a quedarse antiguo. Y sí, en efecto, esta vez he sacado la orquesta para escribir del amor.
Un fuerte abrazo, Ángel, para ti y gracias de nuevo por esos comentarios tan coherentes y adecuados, que son un lujo.