69. TRISTE CUENTO DE NAVIDAD
Lágrimas heladas resbalaban por su rostro cansado, en aquella mañana gris y helada. A su lado los familiares cubiertos por el llanto, mientras él miraba al cielo y en silencio maldecía al Dios que se lo había arrebatado.
Tras cerrar el nicho se produjo un largo desfile de abrazos y palabras amables, que se hicieron eternos, quedando el cementerio desierto y dejando allí su corazón y su pequeño.
Volvió a sus rutinas intentando ocupar su tiempo, pero la pena no quería marcharse de su vida.
Llegó el invierno y sus fiestas navideñas. En la televisión explicaban las tradicionales campanadas y él recordaba las últimas fiestas con toda su familia. Una leve sonrisa nació en sus labios al sentir aquel momento, despues frunció el ceño y pensó que sería mejor acostarse y evitar la espera, hoy solitaria.
El sonido del timbre rompió la noche con insistencia. Abrió la puerta y sorprendido vio a sus amigos que sonrientes le llenaban de abrazos, besos y buenos deseos, haciendo que miles de sentimientos se mezclaran en él.
Y mientras se comía las uvas, sintió cercano a su hijo y supo que siempre estaría con él, pues sus recuerdos vivirían por siempre a su lado.
Duro relato Isabel, comenzar una nueva vida con el año aprendiendo a convivir con el dolor y la ausencia.
Excelente.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, no hubo suerte esta vez 🙂
Muy de navidad Isabel, reconfortante y entrañable. Abrazos y suerte
Gracias 🙂
Directo a la línea de flotación de la sensibilidad.
Muy bueno. Que tengas suerte.
Ton.
Muchas gracias Ton, aunque no hubo suerte, me llena que os guste. besos
ISABEL, tu cuento no deja indiferente. Su final sea abre al recuerdo que cura heridas. Suerte y felices fiestas
Gracias, me alegro que te guste.
Muy triste sí, cuando las sillas están vacías…
Me habías avisado con el título, sí que es triste pero tu final da esperanza a la vida del padre.
Felices Fiestas para todos y besos.
Cierto, quería infundir algo de esperanza y cariño a un amigo. besos
No se me ocurre peor pérdida, aunque no hay una sola que sea digerible, y menos en estas fechas. Para los que están, y sobre todo para los que miramos al cielo buscando a los que no se pueden sentar a nuestras mesas, el mayor de los abrazos y la mejor de las suertes. Un beso Isabel.
Muchas gracias. Es un relato inspirado en un hecho real, la pérdida del hijo de 17 años de un amigo muy cercano, a todos nos impactó y le escribí este relato para que supiera que podía contar con nosotros.
Gracias Ana, no hubo suerte, pero me alegro de que te guste.