75. Triunfo
Derrotadas las tropas de la Liga Aquea, las legiones que comandaba el cónsul Lucio Mumio llegaron a las puertas de Corinto. Ninguna esperanza les quedaba a los corintios. Sólo podían apelar a la clemencia del romano. Fue por eso que enviaron heraldos al cónsul. Se rendirían, por supuesto. Le entregarían todo el oro y la plata que hubiera en la ciudad. Destruirían las murallas y permitirían que una guarnición romana ocupara Acrocorinto. Entregarían rehenes. Mumio escuchó con atención a los heraldos corintios. Diez años atrás, el triunfo se le había escapado en Lusitania: no había sido capaz de matar a cinco mil enemigos. Esta vez no ocurriría lo mismo.
Lucio Mumio ordenó matar a los heraldos corintios y, puesto al frente de sus legiones, entró en Corinto. La ciudad fue saqueada. Mumio ordenó matar a todos los hombres. Más de veinte mil. Las mujeres y los niños fueron convertidos en esclavos. Sólo ruinas quedaban donde antes había estado la célebre ciudad de Corinto. Así obtuvo su triunfo el cónsul Lucio Mumio.
Y lo llaman triunfo… La semántica es a veces muy caprichosa.
Un saludo
JM
Quién sabe… los que escriben la Historia son muy partidistas.
Si mis profes de historia me hubieran explicado las cosas así (al margen de que reconozco ignorar si es algo contrastado lo que narras) a pocas clases habría faltado. Me gustan mucho los relatos de este tipo. Son peligrosos por solemnes pero yo me he quedado hasta el final a ver qué ocurría. Mucha suerte 🙂
Este es uno de esos relatos maravillosos que se leen en imágenes. Qué poder el de las imágenes que escribes.
Juan Pedro lectura generosa de esta crónica de guerra tan bien relatada.
Abrazos y suerte