18. Últimas reflexiones la víspera del viaje
Lo comprendo todo. Que pienses que este no es un buen momento. Que consideres que ya ha pasado demasiado tiempo, que no somos los mismos, que cada uno tiene su propia vida, que segundas partes nunca fueron buenas o que creas que corremos el riesgo de desbancar un mito, borrando de un plumazo ese halo de fascinación que envuelve nuestra existencia. Lo entiendo. Perfectamente.
Pero ten en cuenta, amor mío, que el destino, como todo lo humano y lo divino, no es casual y se materializa inevitable en los hechos que nos están misteriosamente reservados. Después de todos estos años y de tanta guerra inútil, no tengo dudas de que el mío, me conduce directamente a ti.
Es hora de darle un vuelco a nuestra historia. No puedo continuar aquí, como un desterrado. No.
Vivir juntos, claro que es posible. Y si, como dices, los tiempos han cambiado y ya no sueles sentarte frente al mar, entonces que sea en la estación. Me verás llegar. Me acercaré a ti y en ese instante sabrás que soy yo ese a quien esperas.
Y es que la decisión ya está tomada mi amantísima Penélope. Regreso.
Ulises u Odiseo, junto a su Penélope, son algo más que personajes literarios de la Grecia clásica, más incluso que elementos de una obra cumbre de la cultura occidental; son mito y leyenda sobre el retorno, el amor y la espera. Ellos son ficticios, pero seguro que ha habido y habrá casos reales con personas tangibles, como bien has dejado claro en tu relato, más acorde con nuestros tiempos, en una versión que tiene también algo de homenaje a la literatura clásica, la que, por su calidad, es inmune al paso del tiempo.
Un abrazo y suerte, Cecilia.