UN ENTCERRADOS? sobran razones…
Teníamos que hacerlo… no hay una mejor ocasión para permanecer unidos que cuando andamos separados, y además… aunque la distancia no ayude …tenemos “tiempo” para resolverlo. Nos parece un momento perfecto para retomar de manera oportuna y oportunista un … ENTCerrados Extra.
(Y vaya con la propuesta todo nuestro mensaje de cariño, ánimo y solidaridad)
… qué mejor ocasión para hacer lo que más nos gusta…
Estas son las condiciones especiales del concurso…
- Jurado… a la búsqueda… para una primera selección de entre 10 y 20 relatos. La elección final de los ganadores se hará por voto popular con participación de todos los usuarios de ENTC, participantes o no en este concurso.
- Tema completamente libre
- 2 relatos por autor como máximo, aunque solo podrá ser seleccionado uno de cada uno de los participantes para la votación final.
- Máximo… 111 palabras incluidas las obligadas y sin contar las del título
- Fecha de cierre… hasta el 26 de marzo, incluido.
- Comienzo del relato: Debe comenzar por la palabra EN
- Final del relato: Debe terminar por la palabra CERRADO
- Deberán usarse obligatoriamente dos de estas palabras o derivados: casa, limpieza, solidario, juntos
- Quedan prohibidas el uso de estas palabras y derivados: virus, enfermedad, contagio y epidemia
Premios: Ilustración enmarcada original de Maria José Escudero, ganadora del ENTcerrados 2019, utilizada en el video del relato ganador 2020 “La Siembra”; un lote de productos Alonso de la Torre y además, los dos relatos ganadores se incluirán en el recopilatorio de 2020.
El relato debéis publicarlo como “comentario” en esta misma entrada, y una vez hecho no se permitira correcciones ni cambios.
52. SOLEDAD
EN el umbral del ático izquierda se marchitan las flores que los admiradores dejan para Lucinda Love. A la señora de la limpieza le gustaría pedirle un autógrafo, y recoge los pétalos caídos mientras los nuevos inquilinos hacen el amor al otro lado de la pared. Hay música de jazz y juegos de niños que se cuelan por el hueco del ascensor, olor a pan tostado en el descansillo del tercero. Ella remolonea, trazando mil estelas jabonosas con la fregona. El eco de un ladrido le recuerda que debe irse a casa, que es hora de bajarse de la rueda de la vida y echar dos vueltas de llave al portal CERRADO.
53. Ausencia
En aquel concurso de microrrelatos el tema a tratar era la ausencia. Mientras pensaba, se afanó en la limpieza de la casa deshaciéndose de incontables recuerdos olvidados. Se sorprendió encontrando el encanto del vacío en cada uno de los rincones, y quedó prendado de la desnudez de paredes y estanterías.
A escasos minutos de las doce de la noche del día que expiraba el plazo del concurso, el dedo corazón de su mano derecha presionó el botón de “enviar”. Nunca hubiera sospechado que con una página en blanco podría expresar su sentir, dar un tema por cerrado.
54. Aquellos encierros obligados.
En la sala había cien literas de dos pisos distribuidas en filas. Yo, solo en aquel local, atado a una escoba de brezo, barría pasillos y bajos de cama con el entusiasmo de un preso veterano. No era ninguna ventaja y sí una causa de broncas cuando el jefe revisaba la estancia y encontraba algún bote de cerveza vacío y traviesamente escondido entre las patas de algún catre. Maldita la hora en que se me ocurrió declarar mis habilidades como dibujante. Y además alardeé, ingenua vanidad, de mis aptitudes como diseñador. La única ventaja: era incapaz, por ser de piñón fijo, de seguir el ritmo en los desfiles en orden cerrado.
55. Palabras no dichas
En cada recoveco de la desvencijada casa duermen sus recuerdos. Y cuando despiertan, son flechas certeras que hostigan su cansado corazón. El carcomido suelo exhala roncos crujidos bajo sus trémulos pasos. Los parcheados cristales de las ventanas gotean turbios rayos de sol, suficientes para que sus ojos vidriosos imaginen verla pasar, y preguntarse cómo su lengua, avezada en discursos grandilocuentes, fue incapaz de estrenarse en esas dos sencillas palabras durante el tiempo que compartieron juntos. La vida, pletórica de su luminosidad en otro tiempo, hoy sufre su ausencia en un escenario de telón caído y definitivamente cerrado.
56. La curuxa del Camino
En el Camino dicen que existe un árbol milenario en cuyo interior vive una pequeña curuxa blanca como la nieve. Está junto a la casa de una anciana, de incalculable edad, que solo da comida y cobijo al peregrino de corazón limpio. Y, a medianoche, lo lleva ante el árbol. Entonces la curuxa sale con parsimonia, arranca con su pico un cabello al peregrino y alza el vuelo hasta desaparecer de su vista. Dicen que el ave se lo entrega al mismísimo apóstol y que no importa cuánto tarde el devoto en llegar ante la Puerta Santa, porque aquel lugar para él nunca estará cerrado.
57. AMOR, en mayúsculas
En esos días de incertidumbre descubrieron una única verdad: se dieron cuenta de la importancia que tenia para toda la familia pasar tiempo juntos en casa. Agradecieron, porque les sirvió para ser definitivamente conscientes de cuanto se amaban, que el resto del mundo estuviese cerrado.
58. «NINGUNA ESTACIÓN SE LLAMABA DESEO»
En primavera deambulaba por casa semidesnuda, con la toalla enlazada en mis caderas, ese dulce pecado confinado en mis piernas y un deseo ácido en el vientre de mi imperfección.
En verano cada noche la plegaria se abastecía de un ruego solidario al consolador para que sus pilas, ansiosas de silencio, acariciaran de manera desbocada, sin pudor mi más íntimo secreto.
En otoño mi ombligo comenzó a despuntar hacia el infinito, los tobillos, junto a las náuseas, exageraron su medida y mis pechos se abultaron de savia.
En invierno, tras la pérdida de lo imposible y rota toda esperanza, colgué en el tirador de la mesilla un cartel que rezaba: “cerrado”.
59. El diezmo
En lo alto de la torre tañen las campanas. Son las ocho y el pueblo se asoma a las troneras. Lanzan vítores a favor del clero y del señor. Desde el frío aburrido de sus casas piden libertad. Que alguien acabe con la bestia y puedan volver a labrar sus campos y cuidar de sus rebaños. Al atardecer, un alguacil recorre las calles en penumbra, su sombra alargada semeja a un ángel vengador. Ordena, a voz en grito, obediencia y oraciones para espantar al mal. Mientras, un viento solidario, engrosa las arcas del patrón, atiborra los silos de la iglesia y acrecienta de reses su cerrado.
60. EL TRASTERO
En el móvil de mi padre descubrí aquel bombazo. Debía cargarle un par de aplicaciones. El whatsapp de la vecina del primero contenía frases, fotos y un video, todo rozaba el erotismo. Su anatomía era alucinante. Leí boquiabierto: “Lo virtual de anoche me ha sabido a poco. Te espero a oscuras a las once en mi trastero, no llevaré nada bajo la bata, tenemos quince minutos”. Borré toda la cita. Con la escusa de hacer limpieza de mis comics, bajé al trastero. La segunda noche ella, la hija de la vecina, gimió mi nombre, juntos vivimos horas de pasión, las llaves quedaron fuera y la puerta se había cerrado.
61. EN LO BUENO Y EN LO MALO
En realidad, legalmente, nunca habíamos estado casados pero éramos solidarios en las ganancias y en las pérdidas. Adquirimos la casa en una subasta a la que acudimos merced a un chivatazo del camarero, que tenía relación con un perista de los encantes que acudía frecuentemente a nuestro restaurante. Una ganga. Enamorados, habíamos cogido el traspaso unos años atrás. El negocio marchaba sobre ruedas y vivíamos desahogadamente. Tendríamos hijos, sí. Una mañana a primera hora apareció el camarero acompañado del perista. Esgrimían un documento notarial que los acreditaba como propietarios del restaurante y, cielos, de nuestra casa. Sorprendidos tras la barra empuñamos los revólveres que teníamos para emergencias. Afortunadamente aún teníamos cerrado.
62. PROPÓSITO
En su existencia solo ha tenido un propósito: ser feliz.
Por él lo ha sacrificado todo, y entre esas cosas, se encontraba el que pudo ser su matrimonio con aquel empresario de mucho dinero y gran éxito social.
Decidió que, aunque pudiera proporcionarle una vida sin preocupaciones, iba a ser muy infeliz a su lado.
Él, acostumbrado a que nadie le contradijera, estaba habituado a que siempre se hiciera lo que quería.
Pero ella amaba su libertad, poder hacer y deshacer libremente, sin que nadie la doblegara.
Y no estaba dispuesta a perderla, sólo por vivir en un palacio de cristal, donde el acceso a su felicidad estaba cerrado.
63. LA CASA DE LA ABUELA
En el pueblo en el que crecí ya no queda nada. Una historia de mil años reducida a escombros y recuerdos de un tiempo pasado que, ¿cómo no?, fue mejor. El escenario de mis juegos de infancia ha desaparecido y los primos no volverán a reñir minutos antes de desaparecer juntos en una nube de risas y gritos. El ambiente solidario de las fiestas parece cosa de otra época. Han hecho limpieza con nuestra tierra. La han matado. La casa de la abuela no volverá a oler a cerrado.
64. PASE USTED
En estos días inciertos, la casa se me queda muy grande. Primero se fue ella, y después, después… vino todo esto. Y sin poder salir, estoy atrapado con su recuerdo en cada rincón. Al principio, luchando contra esa presencia hice limpieza, pero al mes todos los cuartos estaban vacíos y ella permanecía en un sobre. Decidí acercarme al registro para recoger el certificado de defunción. Me puse en la cola y me di cuenta de que, aunque no estábamos juntos, no estaba solo. Y con una sonrisa solidaria dejé pasar al siguiente. Y al otro. Se hace más llevadero saber que podrás volver si te encuentras con el cartel de “CERRADO”.