UN MICRO DE… UN CONOCIDO CABALLERO
EL TESORO
Don Quijote arreó a Rocinante con tanto ímpetu que éste, de un brinco, ganó la vertical e hizo caer al suelo a tan ilustre hidalgo. Justo detrás, su escudero Sancho Panza, se vio sorprendido por tamaña reacción.
– ¿Qué pasa don Quijote?- ¿No ves allá delante?, el enemigo se eleva tan alto que roza el cielo
– Yo sólo veo molinos mi señor
– ¿Estás ciego? ¡Nos rodean para arrebatarnos nuestro tesoro!
– ¿Nuestro tesoro?
– No alces la voz y acércate que te cuento: anoche en la bodega, mientras nos explicaban las delicias del vino de la Mancha, no pude resistir la tentación y metí en el zurrón cuatro botellas. Y doy fe que este vino es espectacular, su color tiñe la vida de pasión, su aroma enamora locamente, su sabor afrutado es gloria para los sentidos y su frescura al entrar en contacto con el paladar te eleva al Paraíso…
– ¡Don Quijote! ¡Ahí veo una botella casi vacía! ¿Y el resto?
– Calla Rocinante, digo Sancho Panza, si hay que morir será sedados con esta maravilla…
DAVID MORENO http://microseñalesdehumo.blogspot.com
Como manchega que soy estoy de acuerdo totalmente con el gusto del aventurero. Los dialogos no tienen desperdicio. Saludos.
Quizás no estuviera tan loco, quizás no fueran los libros los que lo trastornaron, quizás…
Muy embriagador relato, pero con muy buen paladar.
Brindis por todo.