70. ¿Un mundo feliz?
Mientras esperaba para hacerme una limpieza vi el anuncio de Cryospain en una revista. Prometía despertar en una sociedad idílica donde la enfermedad y el dolor habrían sido erradicados.
Desperté en el año 2125. Un robot enfermero me implantó tras la oreja un dispositivo que anticipaba mis deseos: si tenía ganas de ir al baño levantaba la taza del váter de forma automática; si me entraba el bajón me enviaba libros de Paulo Coelho. Salí a la calle con el frío de cien inviernos metido en los huesos. Había roto la cadena del frío de los recuerdos, era un zombie sin pasado, un Ulises sin Ítaca. Enjambres de drones con comida a domicilio zumbaban amenazantes sobre mi cabeza.
Tuve que volver al hospital. Los cuerpos cavernosos de mi pene habían sufrido daños irreparables que imposibilitaban la erección. El médico me tranquilizó, el sexo era una práctica antihigiénica abandonada hacía décadas, como todo lo que implicase un esfuerzo.
La ventana que había olvidado cerrar el robot de limpieza era demasiado tentadora. En la caída de siete plantas recordé cuando de adolescentes saltábamos al mar desde las rocas. Ese recuerdo salvado de la congelación, me hizo feliz.
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Con un guiño a la maravillosa novela de Aldoux Huxley, y fiel a su espíritu, tu protagonista ha de enfrentarse a un futuro supuestamente perfecto que, sin embargo, hace aguas por todos lados, al basarse en una gran y organizada mentira que oculta la verdad, la enmascara y adormece, hasta el punto de hacerle comulgar con ruedas de molino en todos los aspectos, eludir la realidad nunca es solución, solo engaño. El asunto del sexo es la gota que colma el vaso. Salir de ese infierno «feliz» es su liberación.
Una buena historia y un gran homenaje, Lucas.
Un abrazo y suerte
Angel! Pues si, cada día parece que somos un poco menos libres, veremos si no se acaba cumpliendo todo lo que dice la novela de Huxley. Abrazaco rudo
Qué bajón imaginar que el vuelo final es lo más idílico que nos puede ofrecer un futuro prometedor… Toca reflexionar.
Edita, buena pinta no tiene, esperemos algo de sentido común en los que nos gobiernan. Abrazo desde Cantabria.
Un mundo distópico en el que no me gustaría estar, por muy perfecto que parezca. Ahí está en error, en la perfección y en la previsibilidad.
A tú protagonista sólo le queda el suicidio para rememorar un feliz episodio de infancia.
Desesperanzador a tope!
Rosa, parece que cada día hay más herramientas para no tener que pensar, a ver a dónde nos lleva. Siempre nos quedará Entc. Gracias por leerlo.
¿Un mundo sin sexo y encima con Coelho? Mejor la muerte. Aparte de la broma, el cuento me parece muy pertinente y oportuno. Ese mundo futuro es aburrido, pero podría ser peor: los drones pueden traer cosas peores que la compra. Un abrazo y suerte, Lucas. Nos vemos en la próxima.