24. Un precio altísimo
Ella lloraba, a veces lo hacía, mas no como en esta ocasión. No era la única, así digan que los hombres no lo hacen, mis lágrimas también brotaban. Me suplicaba que no me fuera, o que al menos permaneciera cerca y le diera un tiempo, que pensara en darle otra oportunidad. Sin embargo, desde mi punto de vista la historia había acabado para nosotros. Marcharía lo más lejos posible, donde no pudiera verla más, en un lugar en el que no la encontrara en las calles, en el parque, en la librería, en el supermercado…
La casa y las otras posesiones que teníamos ya no me importaban, podía quedarse con todo. Solo deseaba irme, no mirar más los paisajes que observé con ella, los caminos que transitamos juntos, los museos que visitamos ni los zoológicos en los que íbamos de la mano. La despedida fue complicada: di media vuelta, corrió y me sujetó, besó mi espalda y pidió que no me fuera. Con dolor, avancé a la fuerza y llegué hasta el coche sin voltear. Era el precio de su infidelidad y, al final, los dos pagaríamos por ella.
Hola Óscar, una intensa despedida marcada por la tristeza y la resignación. La distanciarse de la relación tras una traición. La escena culmina con una desgarradora despedida, donde la fuerza del narrador contrasta con la vulnerabilidad de su expareja. Un alto coste emocional y una separación bien narrada.Suerte
Tras una infidelidad nada vuelve a ser igual, esa ruptura de la confianza ha de dejar alguna huella, cuando no una herida difícil de cerrar. Sobreponerse a algo así, con arrepentimiento sincero de una de las partes, y el perdón y la comprensión de la otra, no es fácil de lograr. Puede que con el tiempo se reconcilien, aunque todo apunta, como indica el acertado título, a que el precio de lo sucedido es «altísimo», precisamente, porque no tiene vuelta atrás.
Me alegra leerte, Óscar, después de tanto tiempo. Espero que estés bien.
Un abrazo y suerte
Óscar describes muy bien esta ruptura sin posible vuelta atrás. Y es que lo primero que se pierde tras ella es la confianza, y eso es casi imposible de restaurar. Muy buen relato. Un fuerte abrazo. Gloria