04. UN TRAYECTO DIFERENTE
No fue un señor mayor, ni una mujer, sino un adolescente el que esa mañana alzó un momento su mirada del móvil, se quitó uno de sus auriculares y, sonriéndome, se levantó y me ofreció su asiento con un amable “siéntese, señora”.
Yo, mayor, cansada y ya acostumbrada a entrar cada día en vagones llenos de islotes humanos, absortos en sus dispositivos sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor, acepté con inmenso agradecimiento su invitación, bastante inaudita en estos últimos tiempos.
A la sorpresa inicial por ver a un chaval tan joven observando algo más allá de su ombligo, le siguió el asombro de recibir su increíble sonrisa a la vez que su asiento.
Fue realmente un trayecto diferente el que disfruté ese día.
Una historia de vida, sencilla y, a ojos de la narradora, sorprendente, especial y diferente.
Suerte, Purificación. Buen día.
Muuuuchas graaaacias, Mercedes, por leer y comentar mi pequeña historia, de la que te cuento un secreto: Está basada en hechos reales. Un beso, guapa.
Nos fiamos demasiado de las apariencias. A veces, bajo un envoltorio que parece indicar una actitud concreta, una rígida etiqueta, nos encontramos con todo lo contrario.
La crónica de un suceso cotidiano, pero no menos sorprendente y agradable. Seguro que esa sonrisa del joven generoso también se le contagió a la protagonista.
Un relato que muestra que los pequeños gestos, los detalles, aunque parezcan nimios, tienen su importancia. Y que una sonrisa sincera es un regalo.
Un abrazo y suerte, Puri.
Como bien dices, de ciertos pequeños gestos, de algunos increíbles momentos, se surte la felicidad. Y hay que disfrutarlos, ofreciéndolos y recibiéndolos. Gracias, Ángel, por tus siempre cariñosos comentarios. Un beso, guapo.