48. Una belleza absorbente
Se había despertado justo a tiempo de recordar el sueño. Lo anotó en un bloc y ya no durmió. Ese fue el comienzo. Luego, los tanteos, los múltiples borradores. Cuando estuvo preparado, se encerró en su estudio para componer la obra.
Los especialistas ensalzaron la belleza del texto. Destacaron el vocabulario depurado, el envolvente ritmo de la acción, la fuerza de los personajes. Y los editores le auguraron un éxito de ventas inmediato y duradero.
En una sesión de firmas de su libro se acercó alguien con cierto aire familiar. El autor, después de un instante de estupefacción, reaccionó airado al reconocer ante él a una figura escapada de su relato.
– ¿Cómo te atreves a presentarte aquí? ¡Vuelve a tu sitio!
– Mi sitio es el tuyo. Has creado una hermosa historia que te ha dado fama y te ha traído a esta orilla donde no hay fronteras y todos somos reciclables.
Fueron inútiles sus esfuerzos por volver a la realidad, por despertar de la pesadilla. Ya había sido incorporado como secundario a otra trama todavía inacabada.
Original texto compañero, con su puntito de humor.
Suerte.
Gracias por tu apunte tan preciso, compañero. Un saludo
Todos el que escribe ha experimentado en su propia carne, o a través de su pluma, que sus personajes, por alguna extraña magia, escapan un poco a su control, que aunque diseña para ellos una trama concreta, puede que la trayectoria termine desarrollándose de forma diferente.
Por otro lado, vemos muchas veces que ficción y realidad a menudo se confunden. La frontera entre el mundo onírico y el que llamamos concreto puede ser muy fina o hasta llegar a confundirse, envuelta siempre en un halo de misterio.
Tu protagonista parece pasar de la satisfacción por haber creado una bella obra, quizá demasiado perfecta, a tener que pagar un caro tributo.
Un relato bien contado, en la línea de clásicos como «Niebla», de Unamuno; o incluso «La rosa púrpura de El Cairo», de Woody Allen.
Un saludo y suerte.
Tus detallados y siempre atinados comentarios se dirigen ahora a mi relato. Me complacen especialmente las menciones a Niebla y a Allen, esas son palabras mayores. Muchas gracias y un saludo.
El juego unamuniano entre autor y personaje, así como esa «orilla donde no hay fronteras», muy bien contados.
Suerte y un abrazo.
Gracias por tus palabras, Carmen. Comparto el abrazo y añado -aunque en otro sentido al del texto- unamuniano (tú ya sabes).