62. UNA CUESTIÓN DE PODER (Rosalía Guerrero Jordán)
Las humillaciones estuvieron presentes casi desde el principio. Los gritos llegaron después. Al final, los golpes consiguieron hacerla callar.
Y mientras recorría ese camino su vientre se convirtió en un nido de diminutos seres humanos, condenados a ser tan desdichados como ella hasta que por fin echaban a volar.
«Una mujer debe obedecer a su marido». Aquella bestia le escupía las palabras ante cualquier conato de rebelión: un cambio de peinado, un vestido nuevo, el germen de cualquier pensamiento subversivo.
Ella le pertenecía, y también los mechones de pelo que le arrancaba, y las lágrimas que empapaban su almohada, y los huesos quebrados sin querer.
Pero ya no.
Ahora él yace entre sábanas limpias, envuelto en un leve tufo a orín. Es el frágil esqueleto de un hombre que fue perdiendo las fuerzas sin saber muy bien porqué. A pesar de todos los cuidados que su esposa le dedicó desde el principio de su extraña enfermedad.
Ella se acerca al lecho, solícita, con un nuevo fulgor rojizo iluminando sus pupilas.
«Tómate la pastilla, cariño. Te prometo que ya no te va a doler nunca más».
La vida es un equilibrio de egos, es inevitable que unos predominen sobre ottos, pero a veces la dominación llega al límite. Como en la naturaleza, sobrevive el más fuerte, el más agresivo, el letal, aunque en el mundo humano se haga con disimulo y sin perder las formas.
Un relato sobrecogedor de principio a fin, con una víctima que no halla otra forma de liberarse que la de convertirse en verdugo.
Un abrazo y suerte, Rosalía.
En efecto, Ángel, el poder vuelve a las personas tiranas. O quizás solo quienes son bestias humanas desean alcanzarlo. O, en ocasiones, la única forma de sobrevivir es tomarlo y convertirse en una bestia también.
Pero bueno, este tema daría para un ensayo…
Un abrazo para ti también.
Como reza el título, la resolución de un conflicto en el que no se llega a un acuerdo suele ser meramente una cuestión de poder del más fuerte. Y puede estar en juego la vida misma. Este relato nos muestra cómo el débil que resiste y sobrevive puede acabar encontrando los recursos para vencer en el combate y liberarse. La protagonista consigue que el poder cambie de manos y resurge en una situación dramática para aniquilar sutilmente a un maltratador extremo. Enhorabuena, Rosalía.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por dedicar unos minutos a leer y comentar. Pienso que en condiciones extremas casi cualquier persona puede llegar a convertirse en un monstruo.
Esperemos que no necesitemos nunca sacar a la bestia que llevamos dentro.
Un saludo.