UNA INSPIRACIÓN LLEGADA DE LEJOS…
Por aquellos años, las Navidades se parecían tanto unas a otras en aquel remoto pueblo pesquero. Navidades carentes de todo sonido excepto del murmullo de voces distantes que sigo oyendo algunas veces antes de dormir, que nunca consigo recordar si estuvo nevando durante seis días con sus noches cuando yo tenía doce años, o si nevó durante doce noches y doce días cuando tenía seis.
Las Navidades fluyen como una luna fría e inquietante que avanzara por el cielo que aboveda nuestra calle de camino al traicionero mar; y se detienen en el borde de las olas de aristas glaciales —verdaderos congeladores de peces- y yo hundo las manos en la nieve y desentierro cualquier cosa que pueda encontrar. Me veo sepultando la mano en ese festivo montón, blanco como la lana y con forma de campana con lengua, que descansa al borde de un mar que entona villancicos…
Dylan Thomas. LA NAVIDAD PARA UN NIÑO EN GALES (1950). Edit. Nordica.
Gracias a Paloma Casado, por su regalo navideño…
Es un texto PRECIOSO, Paloma, muchas gracias por la inspiración!!!
Ojala pronto todos los que nos pasamos por aquí podamos escribir pequeñas piezas como estas… 🙂
Un abrazo
NACHO RUBIO
NEGRO ENTRE BLANCO…
Un niño negro, negro, como las profundidades del mar
negros ojos desparramándose en hilillos rojos hasta bordes,
negras pestañas, en sucesivo avance hasta esos extremos,
baten, baten, esa agua caudalosa que lleva.
La nieve blanca, blanca le rodeó
blancos los vestidos, blando el corazón
los tejados apenas mantenían el lecho blanco
y una avalancha bajó acompañada de sonido.
Entre vueltas y más vueltas
sepultado quedó
cuando lo descubrieron en aquel pueblo, lejano,
aquel ser negro, le hicieron santo.
En otro pueblo, lleno de fuego
hace años buscan y preguntan:
Pero… ¿dónde estará? ¿dónde amará?
No sabe que su madre murió,
que su hermana engendró,
que las latas ardientes al sol claman.
El sol y la luna buscan sin descanso
día y noche alternos y unidos
por fin, lo encontraron…
Pero allí lo dejaron, negro entre blanco.