86. Una noche de luna negra
El tren se detuvo entre dos estaciones, la ausencia de sonido me despertó y el silencio era tajante, tanto que tuve miedo de haberme quedado sordo de pronto. Era una noche de eclipse, a lo lejos se veían unas luces titilantes como estrellas, parecían venir de un pueblo a medio habitar. El vagón dormía.
Creí escuchar el ladrido de un perro, sería el vigilante fiel de una de aquellas casas. Intenté abrir la ventanilla para aliviar mi angustia, pero no supe cómo. ¡Malditos trenes herméticos! Parece que viajamos en ataúdes con ruedas.
No soportaba más el silencio; no se oía ni una respiración, ni un aviso por megafonía, ni siquiera el sonido de los zapatos apresurados de algún revisor. Comencé a empujar con el codo a mi vecino de asiento (un hombre mayor sonriente que me robó espacio y aire al acomodarse en su sitio). Noté que se movía, pero no dijo nada.
Mi corazón latía frenético, saliéndose del pecho, y grité, pero ni yo mismo me escuchaba. Fue entonces cuando corrí por el pasillo, golpeándome contra las puertas de cristal hasta que perdí la conciencia. Cuando desperté no sabía dónde estaba, pero me alegró que hubiera ruido, mucho ruido.
Estamos tan acostumbrados al ruido que su ausencia genera pavor. Tu historia es ficción pero da que pensar. Ninguno sabríamos cuál sería nuestra reacción ante el silencio absoluto. Posiblemente, en lugar de sentir paz, experimenaríamos, como tu personaje, una tremenda angustia.
Un abrazo y suerte, Almudena
Muchísimas gracias por tu comentario, Ángel.
Tenía mis dudas sobre si se vería bien que es una fobia al ruido o podría pensarse que es claustrofobia.
Al silencio, quería decir.
Uf, Almudena qué angustiante. Es cierto qué vivimos rodeados de estímulos, y ese silencio no deja de ser una privación sensorial. Creo que me ocurriría como a tu protagonista con tanto silencio.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía, por tu comentario. Ya es tan raro el silencio que creo que no podemos vivir sin ruido.
Gracias, Rosalía, por tu comentario. Ya es tan raro el silencio que creo que no podemos vivir sin ruido.