78. Una portería inexpugnable
Doña Remedios estaba siempre al pie del cañón, utilizaba una escoba como arma disuasoria, de la cual no se libraba nadie, algún vecino incluido.
Solía estar poco dentro de la garita de la portería, siempre estaba arriba y abajo, atenta a todo aquel que entraba e invitaba a salir, si el objeto de su visita, le parecía poco claro.
Era el terror de los jóvenes repartidores, esos que se presentaban con los auriculares puestos y no sabían para quién era lo que traían.
Más de uno había salido a escobazos por no enterarse o por pisar el suelo recién fregado, cosa que hacía cada día a primera hora invariablemente.
Solía repetir, como un estribillo o coletilla, mientras barría la acera, delante del portalón de entrada a la casa ¡Ay qué larga es esta vida!
Con la que todos suponíamos, era una lamentación por su esfuerzo continuado en mantener un paso limpio donde era prácticamente imposible.
Nadie la veía en la soledad de su cuarto en las golfas, leyendo pergaminos antiquísimos y tomando una pócima, hacía más de un siglo.
En las golfas, una pócima descansaba en el estante más oscuro de la pequeña vivienda, viendo el tiempo pasar.
Buen texto.
A saber cuantos años llevaba tomando la pócima.
Muchas gracias.
¡Que bueno!. Identificar a una portera y su escoba con una bruja. Sin duda la escoba puede ser un arma mortifera y más en manos de una meiga
Me ha hecho mucha gracia tu exposición.
Saludos.
No olvides su pócima, que la mantiene a través de los siglos.
Saludos.
Me gusta ese giro final, la imagen de esa portera transformada en bruja. ¿Cuantas habrá y no lo sabemos?. Miedo me da pensarlo.
Un abrazo Alfred.
Cuantas brujas habrá en nuestro ámbito cotidiano, quién lo sabe, pero brujos hay muchos.
Un abrazo Mª Belén.
Me ha gustado mucho la sorpresa que nos has dejado para el final. Nos has pillado con la guardia ya abajo, cuando andábamos entablando relación con esa portera tan particular que te has inventando y que tan bien has descrito y escrito. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias por tu animoso comentario.
Un saludo.
Alfred, has dado un caracter mágico a esa profesion tan llena de rutinas, sorprendente el final de tu historia. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu comentario y por tus deseos.
Saludos.