52. UNA VIDA RESUELTA
Que mi padre estuviera haciendo horas extras durante meses para comprarme aquella máquina de escribir portátil me cambió la vida. Tenía yo catorce años y me gustaba la mecanografía. Pronto tomé lecciones de escritura al tacto, de modo que, con un verano de por medio, estaba escribiendo con todos los dedos los apuntes del colegio. Como no podía ser de otro modo, acabé compitiendo con otros dos mil opositores en una de aquellas pruebas de velocidad tan patéticas como pintorescas en que los perdedores iban quedando orillados en el foso del olvido, mientras los más hábiles ganaban el podio de la estabilidad. Mi adicción temprana dio sus frutos y pronto tuve a mi cargo una ventanilla de registro por la que desfilaban ciudadanos de toda laya y condición. Quiso el destino que uno de ellos fuera productor de cine y viera en mí cualidades que yo ni sospechaba. El caso es que aquí me tienen, resuelto a ser un Al Pacino de mi generación. De momento, en todas las películas hago de funcionario raso, pero me han prometido, si me esfuerzo, que en unos años llegaré a encarnar a jefes de negociado.


¡Ay, aquellas clases extras de mecanografía…! Parece que la estoy viendo: una Olivetti verde esmeralda portátil, también comprada con esfuerzo por los padres y compartida con mi hermana. Total para acabar escribiendo en el móvil o la tablet con dos deditos. Por lo menos tu prota le sacó rendimiento.
Sí, saber máquina se veía como una inversión para el futuro. Y lo era, a veces.. No se si para bien o para mal… Gracias por el comentario, Edita.
Un trabajo fijo era la llave de.todo lo demás, aunque no se ganase mucho. Ahora dicen que hay que ser emprendedor. Esos tiempos de ruidosa máquina de escribir que hemos vivido muchos parecen de la prehistoria, pero no fue hace tanto. Un funcionario, tu protagonista, del todo vocacional, pues hasta es también quien mejor interpreta a un funcionario tipo, a sí mismo. No sabemos qué tal le iría en otros papeles
Una historia simpática y entrañable.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias, Angel, un abrazo. Efectivamente es como dices, aunque a alguno les suene a Galdós.
Esperemos a que tu protagonista no le pille nunca una crisis porque entonces, puede hacérsele eterno ellntiempo como funcionario raso, también en el mundo audiovisual. Simpatizar con tu historia ha sido fácil. Mucha suerte, Antonio.
Gracias, Paloma. Sí, lo del cine es un poco arriesgado, pero suponemos que haya tenido la precaución de pedir la excedencia…
Jajajajaa. Y yo preparando oposiciones. No me libro de encontrar referencias en cualquier lugar. Espero que a tu prota le vaya bien y pueda ascender. Mucha suerte
Gracias, Izaskun. Esperemos que triunfe en el séptimo arte. De todos modos ahí tendrá su plaza esperando… Tú sigue, que merece la pena.
Genial, Antonio. A partir de una secuencia bien salida por los de nuestra generación construyes una historia divertida con un final prodigioso. Tu manera de narrar me encanta. Esa aparente sencillez, tan difícil de lograr, que enriquece tu relato, hace que la lectura fluya y que produzca placer al lector.
Enhorabuena por escribirlo.
Muchas gracias amigo Pablo. Me sale la cosa autobiográfica sin querer. Ne alegro que te haya gustado.
Qué lejos quedan ya las máquinas de escribir, pero fue antes de ayer. Muchas de las personas que aprobaron dándole a la tecla ya se han jubilado, y nuevas generaciones de jóvenes (y no tan jóvenes) siguen buscando un refugio laboral estable, esta vez con leyes y programas informáticos.
A mí también me gustaría que me descubriera un productor, aunque solo me representara a mí misma.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía. Todos esperamos un productor que nos redima de algún modo… A ver si llega.
Hola, Antonio. Serías un gran actor, estoy segura. Te mueves bien por las letras y te mueves bien por el mundo. Ya solo por eso tienes un bonus extra. Seguro que tu protagonista, cuando empezó a escribir, soñaba con frases en las que movía los dedos por su máquina. Ahora soñará con los guiones que tiene que estudiar porque así somos los que somos responsables, queriéndolo hacer lo mejor posible. Como tú. Un abrazo, amigo Antonio.