22. URIEL Y AZRAEL (Juan Manuel Pérez Torres)
Las primeras luces sonrosadas invitaban vergonzosas a gozar de su virginal caricia, a postergar de nuevo la oscuridad, a dar por vencida la malévola noche.
Cuando desperté notaba aún el vapor de su respiración, la brisa formada por sus alas removiendo la neblina del sueño, la nube de su aroma… y eché de menos su presencia. Indefenso, pero agradecido por el frescor de la mañana, acepté la aurora en solitario, aun sabiendo que aquel vacío que empezaba a sentir, iría creciendo, inexorable, aunque despacio, y convertiría en tediosa la espera. La luz, que ahora se envalentonaba con resplandores, paulatinamente agotaría sus brillos rindiéndose otra vez a su regreso.
Cuando al cabo se produjo el vencimiento de la luz tras el mínimo centelleo del atardecer y ya no cabían cambios ni enmiendas sino acaso percibir el leve peso con que languidece el cielo, llegó de nuevo para poseerme, me ofreció su cauce y, ya inmerso en la riada, inundado al fin en su negrura, monté en su grupa, batió sus alas y me llevó a su inefable reino.
El Sol con su luz, representado por Uriel, y la noche, con su oscuridad, representada Azrael, La vida y la muerte forman parte de toda existencia, el amanecer y el anochecer nos recuerdan que todo forma parte de un ciclo, a veces nos abraza la vida y otras lo contrario. Como el yin y el yan, son dos fuerzas opuestas, pero complementarias.
Existimos en un equilibrio de contrastes, no hay más que ser testigo de una jornada de 24 horas, con sus cambios lumínicos y simbólicos, pero también con nuestros cambios de humor, alegrías y temores, pérdidas y ganancias.
Un relato lleno de contenido y simbolismo.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Dados mis escasos conocimientos en “arcangelogía”, tuve que echarle un vistazo al libro gordo de Petete Google. Me gustó el texto, antes y después de la documentación; sobre todo, el último párrafo.
Lo primero es decir que adoro los nombres de los arcángeles (y no porque el mío sea uno de ellos). Me encanta la historia, Juan Manuel, y el final es magnífico con ese vuelo hacia la oscuridad cuando la luz desaparece. Un texto emblemático, simbólico y poético. Suerte y abrazos.