96 . VA A POR TI (M.Carme Marí)
<<No se ve un alma por la calle, maldita lluvia. En mala ahora acepté el encargo para localizar ese códice de brujería. Las pistas me llevaron a los feriantes instalados en las afueras. Dicen que el mago del campamento tuvo éxito con la invocación.>> En la esquina del callejón, Juan escucha una voz infantil con su repetitiva letanía.
Uno, dos, corréis vos,
tres, cuatro, huye un gato…
«Es muy rápido, vislumbrarás apenas una sombra», le advirtieron. «Avanza sin mover los pies, flota etéreo.»
…cinco, seis, no me veis…
«Adopta cualquier forma, mayormente caprina o humana ocultando cuernos y rabo. Es capaz de movimientos increíbles.» Juan se gira buscando el origen del sonido, una supuesta niña. Demasiado tarde comprenderá que debió huir. Un transeúnte solitario está perdido si oye la cantinela completa.
…siete, ocho, ya os cojo,
nueve, diez, tarde es.
Según el manuscrito, el espíritu liberado por ese conjuro tiene poderes que traspasan la ubicación: telequinesia, sugestión… Oir su canción, o quizá tan sólo imaginarla, puede ser una sentencia.
Un, dos, tres, cuatro,
a ti, lector, también te atrapo,
cinco, seis, siete, ocho,
te difumino poco a poco,
nueve, diez, once, doce,
ya verás, lo haré esta noche.
¿Tu sentencia?
El mal más temido, en forma de magia negra, puede adoptar muchas formas; la que más terror puede producir, sin duda, es la que se enfunda en el disfraz más ingenuo: la sombra de una figura infantil con una cancioncilla que parece inocente. Es el desarrollo de esas estrofas el que conduce a tu protagonista hacia su final, que comparte con los lectores, algo que no se espera, aunque parezca anunciarse desde el título. Como en las cajetillas de tabaco, acompañando a este relato debería haber un texto de advertencia como éste: «Abstenerse mentes impresionables, produce miedito».
Un abrazo grande y suerte, Carme
El título quizá despista, pues el «Va a por ti» puede pensar el lector que se refiere al protagonista de la historia, pero no, no, es el «ti» del lector!
Cierto es que las cosas inocentes, cuando se revisten de maldad, dan más miedo todavía. Así que si el relato te ha dado algo de «miedito» me doy por satisfecha 🙂
Un beso, Ángel, y gracias por tu comentario.
Carme.
Y mira que lo avisabas en el título pero, ya se sabe, la curiosidad…
… atrapó al lector!
Lo avisaba en el título, sí, pero sin querer que el lector lo pensara al leerlo, jeje.
Muchas gracias Mónica por pasarte a comentar.
¡Saludos!
Carme.
¡Celebro que te haya gustado tanto Juan! Le ves detalles y matices al relato como un sumiller (sommelier) a un vino, con lo que me dejas un precioso comentario.
Espero que las oraciones te funcionaran perfectamente y la amenaza de la cancioncilla se quedara sólo en eso, en una fanfarronada del espíritu maligno que fue invocado por el mago.
Un beso, «pirata» 😉
Carme.
Y aunque el título lo avisaba, no hay forma de escapar, si es que somos de un curioso… Me encantó, muy original Carme. Mucha suerte y saludos.
Me alegro de que te guste y lo encuentres original.
Ya se sabe, somos curiosos por naturaleza!
Gracias por comentar.
Menudo relato te has marcado: la ingenuidad de una canción infantil que produce escalofríos. Viene a por todos nosotros y no escapamos, seguimos leyendo aunque sepamos que la estrofa final será la última.
Suerte y saludos,
Si has notado escalofríos con la cancioncilla es que la has escuchado en tu cabeza mientras leías. Cuánto me alegro! Esa es mi intención: que cada uno le ponga su musiquilla.
Gracias Anna por dejarme tu comentario.
Carme.