142. Vale por un día de la madre
¡Siempre estás en la luna, hijo! Lo que mi madre no sabe es que donde estoy yo es en Saturno. No le dije lo del vuelo porque sabía que se iba a llevar un disgusto. Ella vive feliz creyendo que estoy en la Costa del Sol haciendo un máster en coctelería. Es que lo de astronauta, desde un principio, no le hizo ninguna gracia. Pensaba que si me embarcaba en un viaje tan largo iba a estar mucho tiempo sin verme. Sin embargo, lo de no visitarme en Benalmádena es porque el trayecto se le hace pesado. Y yo, con la excusa de lo carísimo que es el curso y las prácticas que supuestamente tengo que hacer después, en todo el año no tengo que volver a casa. Así que le llamo vía satélite una vez al mes y siempre le digo que estoy esperando que me visite para llevarla a Puerto Banús. −Cómo voy a ir hasta ahí, hijo, con lo lejísimos que está; ya vendrás tú en Navidad…− me dice tan contenta. Ella sí que está en la luna, sí.
Simpático relato. Me ha gustado. Un saludo
Si alguien merece estar contenta es una madre, aunque para ello haya que urdir una pequeña red de mentiras piadosas, siempre que sean inofensivas. Una persona para quien cualquier distancia es un muro insalvable, sufriría si supiera que tiene un hijo astronauta. Entrañable y simpático.
Un abrazo, Aurora
Tengo la impresión de que si supiera la verdad, de la tristeza y disgusto inicial pasaría al orgullo de madre. Original relato, Aurora. Abrazos.