116. EL VIENTO
Los crampones mordían el hielo y la hoja de acero del piolet, al golpear levantaba esquirlas de cristal. La ascensión por la canal no tuvo complicaciones.
Muchos piensan que sólo los locos son felices así.
Salir a cumbre fue enfrentarse cara a cara con ese tiempo del demonio. Las rachas de viento eran muy fuertes. Las máscaras de ventisca se empañaban y el hielo se formaba sobre la ropa.
Ahora sólo había que descender.
-Si Dios quiere, en tres horas estaremos tomando unas cervezas. -Grité.
-Creo que Dios no tiene nada que ver en eso.
-Eres un descreído, cabrón. -Reí.
-Yo sólo creo en el agua que esculpe la tierra, en el sol que vence al frío y en el hielo que rompe la montaña.
Levantó los brazos y en ese momento su cuerpo explotó en una nube de estrellas que el viento se llevó dibujando volutas. Sólo quedó el vacío.
¡Estaba alucinando! Esto sólo podía significar que sin ser consciente de ello, mi cuerpo estaba tendido en el hielo y se estaba congelando. Me estaba muriendo. Decidí continuar el juego de mi mente y bajé hasta el refugio.
Pero no, no era un sueño. Esto ocurrió hace cinco años.
(RELATO FUERA DE CONCURSO POR SER JURADO)
Suerte. Os lo han puesto encantadoramente complicado 🙂
Hermoso el reto que plantea la montaña con su grandiosidad.
Ana, Gloria, muchísimas gracias por vuestros comentarios. La montaña no sólo plantea retos, es sobre todo vida.
Juan, he hecho lo que he podido en esto de hacer de jurado. Es fascinante la imaginación y la calidad que se ha reunido en esta plaza.
animo champion¡¡¡