05. VERSIÓN ORIGINAL (EDUARDO MARTÍN ZURITA)
Pudieron titular el cuento Blancanitos y los siete enanieves porque, al principio, los ocho estábamos superunidos. Pero cuando a uno de mis compañeros le dio por crecer tanto como un pino y consiguió que la jovencita le preparase la comida en exclusiva, empezaron las tiranteces. Hablaban a solas y dormían juntos. Luego pusieron un circo y vivieron como príncipes a nuestra costa, el número con más gancho. A la madrastra, prendada hasta el talón de Aquiles del exenano, la colocaron de vendedora de entradas, teniéndose que conformar con ver el contorno de su rostro en el cristal de la taquilla. Bueno, en realidad contemplaba la cara de pollino del larguirucho, a quien tenía por Adonis. La bella terminó dejando al que fuera compañero nuestro, que se largó con los watusi. La muy… Se arruinó y acabó con su cuerpo en un puticlub de medio pelo, y se lio con un rufián con patillas de hacha. Retorcido como un callejero les tuvo que salir el hijito, seguro. ¿Blancanieves…? ¿Refiriéndose a una con un alma tiznada? Ese par de impostores lo falsearon todo. Y ni siquiera se acordaron de nosotros en los créditos de esta película. Tuvo que hacerlo Walt Disney.
Hola Eduardo, una versión pero que muy original. Unos canallas ese par de impostores que lo falsearon todo, esta historia no era para Disney, estaba destinada, claramente, a Almodovar. Una propuesta muy divertida.
Que seas feliz y comas perdices o lo que te salga de las narices. Un abrazo.
Amigo Eduardo, tu imaginación es inmensa y que encanta la manera de plasmarla en ese gran relato que has perjeñado. Cualquier icono puede ser visto de otro modo, aunque se trate de los clásicos infantiles. Es más, quizás deberíamos revisar nuestros mitos universales y darles otra vuelta de tuerca, como has hecho tú, de manera tan excelente.
Enhorabuena. Besos.
Menuda historia te has largado. Lo que más me ha impactado es lo de la cornamenta del ex enano o exenano (no lo tengo claro). Bueno, miento, también me ha impresionado como has conseguido darle la vuelta a algo, para muchos, inamovible. Creo que incluso lo más sagrado puede ser «revisado artísticamente». Enhorabuena, Eduardo. Saludos y suerte.
Hola, Barceló.
No sé yo lo que diría el señor Almodóvar. La propuesta está decididamente escrita en clave de humor, un registro que me entusiasma, pero tiene, como me gusta decir, su carga de profundidad. Ya el título brinda una pista al lector para que considere esa idea de que los cuentos no son como aparecen en los libros. Muchas gracias por tu comentario y tus buenos deseos que hago extensivos para ti. Un abrazote.
Hola, Mª José.
Muchas gracias por tu comentario,. Hay que trabajar la imaginación, sí. Una de las técnicas para escribir micros es esa que apuntas, darles la vuelta a los iconos y estereotipos de la literatura. El texto está escrito con un aire desenfadado, que es lo que pretendía, pero con algo sustancial que subyace, como le digo a Barceló. ¿Será verdad lo que los libros contienen? tendrían que ser capaces de hablar fuera del libro los personajes. Me encanta que te haya gustado, como a mi tu literatura. Besos.
Hola, Jesús.
Muchas gracias por tu comentario. Es «exenano», graciss, aunque me da dentera verlo así escrito; me ocurre con el adverbio solo, yo prefiero sólo, como el café, pero no voy a ser yo quien contradiga la norma. He jugado a eso sí, a darle la vuelta al daguerrotipo, que diría Borges, a lo estereotipado, en clave de humor pero poniendo en tela de juicio la verdad absoluta. Buscando, como diría Vargas llosa, la verdad de la mentira. O la mentira que pueda caber en la verdad, que tanto monta. Me encanta que me presupongas arte y me alegra verte por aquí. Un abrazo muy fuerte.
Hola, Martín. No he leído tu relato porque me han aconsejado que esté poco frente al ordenador y disfrute de mi tranquilidad, me cuidan de una forma impresionante. Pero sí que miro y contesto los comentarios y un gran saludo que no falte.
Muchos besos y abrazos
Hola, Inés.
Pues a ver si se te pasa pronto lo que tengas, a lo mejor cansancio y puedes leerlo. O que te lo lean. Te haría gracia porque está escrito en clave de humor. No sé lo que les hubiera parecido a los hermanos Grimmm. Un beso muy fuerte.
Muy buenas!!! Pues a mí la ‘otra’ versión del cuento siempre me ha escamado un poco… y si no, vamos a ver, espejo espejito, sé sincero por una vez y dinos quién es más bella (y está 100 veces más buena), la Kristen o la Charlize???
Lo de ‘Blancanitos y los siete enanieves’ es un pasote, menuda ocurrencia, una genialidad donde las haya!!
Por cierto, como simple curiosidad: conozco a una persona que se llama Blancanieves. Quizá no sea muy común, pero el nombre existe en el digamos mundo real.
1 abrazo, me ha gustado mucho!!
Hola, J. Ignacio.
Si había que darle una vuelta de tuerca había que empezar por el hombre y como en un principio estaban tan unidos… pues se entremezclaron hasta eso, los nombres.
Absolutamente de acuerdo con lo de la Kristen o la Charlize.
Y esa Blancanieves real supongo que será una titiriti muy maja.
En fin, que me encanta que te haya gustado, para eso estamos, para hacer codas que gusten a los demás. Un abrazote.
A partir de la materia prima de unos personajes por todos conocidos, has creado una historia alejada del almíbar, rayana en recovecos un tanto sórdidos y más propia de nuestros días. Cuando a un entrañable enanito de cuento, tan metido en su papel, le da por crecer, todo se trastoca, comenzando por el entendimiento de la buena de Blancanieves, predestinada a un príncipe, hasta que se encontró con un Adonis inesperado. Una comedia de enredo muy divertida, que daría para una serie televisiva de muchos capítulos que yo no me perdería.
Un abrazo, Martín. Un gusto leerte, ya lo sabes. Suerte
Hola, Ángel.
Lo has bordado, pero tú eres así, genial hasta comentando. Una reactualización del clásico, de por libre, con pinceladas de realismo sucio por aquí y por allá. Y sembrando en el lector esa gran duda de si será verdad o no lo que contienen los libros, aun tratándose de ficción. Los personajes se les han ido de las manos a los autores, a los pobrecitos de los hermanos Grimm. Quería salirme yo del texto con tintes líricos para adentrarme en esta, claro que sí, comedia de enredo, en este tragicómico vodevil. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo que desborda el rectángulo.
Eduardo, coincido con Angel, tu relato da para muchos capitulos de cuqlquier serie; y desde luego se presta a ser versionado en cine. Te ha quedado fenomenal y adaptadado a esta época. Enhorabuena y abrazos.
Hola, Calamanda.
Pues nada, cuando me jubile: me quedan todavía tres añazos, montamos una cooperativa y, a por ello. Igual nos forramos… de ilusión, que no sería poco. Contaría contigo, con Ángel, con muchas y muchos. Seguro que la liábamos parda. Muchas gracias por tu comentario, un soplo de aire fresco para mí siempre. Un beso muy grande.
Qué buena, Eduardo, tu propuesta.
Me gusta tu título alternativo al cuento, la Blancanitos… menuda pájara está hecha. No porque quiera decidir qué hacer y con quien quedarse (si el príncipe o el exenano) que ya me parece bien, sino más que nada por eso de explotar a los enenieves que quedaban.
Buena vuelta al cuento le das, que acaba como un culebrón.
Un beso.
Querida Carme.
Muchas gracias por tu comentario. Quería hacer un texto más gamberro, más canalla. Y se me ocurrió este culebrón, como muy bien dices, capitaneado por esa pajarraca de «Sucianieves». Te digo lo que a Calamanda, cuando me jubile formamos una cooperativa y le hacemos la competencia a la telebasura o al cine mediocre. Tus palabras me han llenado de entusiasmo. Un beso muy fuerte.
Hola, Juan, dilecto, admiradísimo.
Eres la sed sin principio y el pozo donde beber. Cada día alucino más contigo. No te quepa duda de que me seguiré esforzando, como un Sísifo al que hubiesen dado cuerda, en el intento de satisfacer vuestros altos paladares, el cielo de vuestro paladar. No creas, quiero ser capaz de escribir de bosques y de fantasmas y de lo sobrenatural. Nada en la escritura me resulta ajeno. Me falta tiempo. tengo que jubilarme, maldita lotería. Y tomar por todas las encrucijadas de lo literario. Si te he de ser sincero, el humor es lo que me chifla. tengo para mí, y esto no es original, que en él se encuentra el exponente máximo y preclaro de la inteligencia. Y es un arma con la que contamos para sobrellevar nuestra mísera condición de pasiones inútiles. Me ha podido lo de Martinico. Yo ya soy Pereciano o Perecino o de SuperPérez hasta el fin de mis mañanas. Oye, qué fue, de la micropoesía, aun respetuoso con las reglas, me gustaría seguir. Lo echo de menos. Un abrazo abrigoso que perdure de un devoto de tu majestad.
Pues verde que te quiero verde. Yo, en cuanto me dejen, disparo lirismos. Y acecharía los tuyos como el tigre al chital. Claro que, bien mirado, el tigre eres tú, evidentísimo señor.
Hola, Juan.
Tomo buena nota, me encanta el cuento como género, por sus exigencias, y, por corresponderte, aunque quizá lo conozcas de sobra, cualquier volumen de la «Hucha de Oro», que fue un premio que despareció al desaparecer las Cajas de Ahorro. Tengo algunos volúmenes y sospecho que por ese concurso literario han desfilado buena parte, si no todos, los más celebrados autores de cuentos en español. Os lo recomiendo a tod@s. El que pudiérais pescar sería, seguro, una joya. Gracias, Juan, dilecto predilecto.
Salir airoso del enredo Blancovil en que te has metido es toda una proeza, Martín. No solo queda bien resuelto y conectada la versión con las formas al uso de la actualidad disipada que nos envuelve, sino que creas interés en su desarrollo con unos personajes que viven incendiados de las más bajas pasiones y mezquindades que les van saliendo al paso.
El reconocimiento en títulos de crédito hay que dedicártelo a ti y dejar registrada la autoría, antes de que alguna cadena avispada se haga con la historia.
Para salirse de madre. Saludos, Martín.
Hola, Manuel.
Muchas gracias por tu comentario. Oye, está estupendo eso del «enredo Blanco vil», tomo nota. Y de lo de la actualidad disipada, qué expresión tan certera, por desgracia para todos nosotros. Quería escribir algo más gamberro, más juguetón y ya ves tú. Si esa avispada cadena llega, cuento contigo de todas todas para darles guerra plantándoles cara. Es un privilegio tener compañeros como tú, así de sagaces y «bienescribientes». Últimamente estoy que lo uno todo, para compensar el texto. Un abrazo muy grande.
Ya decía yo que el cuento tenía un mensaje velado, y es que una joven rodeada de tanta testosterona tiene que supurar conflictos irremediablemente. De paso, destrozas el mito de que el tamaño no importa. En resumen, dejas al cuento hecho unos zorros, seis enanitos maldiciendo su suerte, una bruja contemplando su arrugada vida, una princesa esperando a su príncipe azul (descartados los pitufos) en un burdel, y el exenano cortando leña con los watusi, ja, ja, ja. Desternillante, Eduardo. Abrazos y suerte.
Hola, Salvador.
Caramba. Estoy con Juan Pérez, además de gran escritor y poeta te estás revelando como un preclaro destripador de textos. Con el mío has exprimido bien el limón, amigo, y su zumo me vivifica. Y, sí, está claro que lo escribí en clave de humor. A ver si te va a reventar la barriga, Dios no lo quera. Sencillamente, eres grande, uno de los más grandes entececianos ya, dicho sin jaboncillo o coba. Tú me entiendes. Un abrazo para destripar sensaciones, que deseo legue la ocasión para que sea en persona. Muchas gracias, Salvador por poner tu sabiduría en mis renglones.
Cuando leí «Versión original», pensé que el cuento iba por el lado de los traductores, a quienes siempre, por uno u otro motivo, se nos trata de «traditores» (= traidores), como dicen los italianos, pero eso es otra discusión o, aún mejor, servirá para otro cuento porque a éste que vos escribiste, MARTÍN, no le falta nada: ni el enano agigantado, ni el circo, ni el puticlub…
Me gusta mucho cómo le has ido dando una vuelta de tuerca a todos los elementos del tradicional cuento de los Grimm. Exceptuando a Walt Disney, que reivindicó a los despechados enanitos… ¡No dejaste títere con cabeza, jaja!
En resumen: diez de diez.
Un beso grande,
Mariángeles
Hola, Mariángeles.
Muchas gracias por tu comentario. Te nombro, desde ya, mi profesora dilecta y predilecta. O mi traductora al lunfardo, lo que vos querás. Por cierto, sales muy guapa en tu web, que tiene un título de rechupete. A mí me hubiera gustado formar parte de la Escuela de traductores de Toledo, acaso a ti misma, en tanto traductora, seguro que a Juan Pérez y muy probablemente a Javier Ximens, o seguro también por sus orígenes. Bueno, con el cuento quise salirme del estilo mío habitual. Y por lo que veo ha quedado gracioso el tema.
Un beso trasatlántico para ti, guapa de todo ver. Traducido= desde cualquier punto de vista.
Ja, ja… menuda vuelta de tuerca!!! Me encantan estas reinterpretaciones de los cuentos clásicos, dan mucho juego, pero esta tuya se lleva la palma, Eduardo!!!
Me ha gustado mucho, te deseo muuuuuucha suerte y te mando un fuerte abrazo!!!
Marta
Hola, Marta.
Muchas gracias por tu comentario que no puedes imaginarte lo que me anima. Me gusta que te guste el texto y que esa vuelta de tuerca no haya quedado en un simple volantazo. Y muchas gracias por querer leerme en Abogados. De veras que lo intento, pero es muy difícil. A ver si este mes hay suertecilla y nos leemos y comentamos. Eres una mor. Un beso muy fuerte.
Hay versiones para todo. Unas se adaptan a las mentes infantiles otras arrasan en las maduras, y entre una y otra, nos encontramos esta delicia de cuento desdibujado y llena de matices distorsionados.
Princesas que terminan sus días en el más antiguo de todos los oficios, enanos que crecen al amor de una buena dieta exclusiva, madrastas cuyo rostro solo se verá reflejado en el triste cristal de una taquilla…
Las historias se escriben se según nos dicta la mente y la tuya es de lo más de original y despierta.
Divertida irrealidad nos regalas, sin perdices y con un final de libro.
Un abrazo grande Eduardo. Un gusto leerte.
Hola, Mª belén.
Da gusto escribir para gente como tú, princesa de los detalles. Sthendal decía que sólo en ellos hay verdad. Qué bien ha defendido ud. el texto, señora letrada, tan bien, con tales dosis de ecuanimidad, que no la condeno a releerlo. Y voy a decirlo con sus, tus propias palabras, así lo diré mejor: «Ahora solo me queda la soledad, el silencio, la espera de otro atardecer. Quizás vengas envuelta en la primera ola».
Un beso todavía ruboroso de tinta, María Belén.
Esto no es darle la vuelta a la tortilla, sino esparramarla por el suelo y reconstruirla con cuchara. 😀 😀 😀 Fantasía a raudales para convertir el rosa en verde, rojo, gris marengo…
Hola, Edita.
Tú sí que derramas fantasía de la guapa en tu comentario. Muchas gracias, y por los emoticonos. Como diría Hilario Camacho:»Quiero ser tu amante, llévame, fantasía…» Un beso grande.
Eduardo, ¡menuda vuelta le has dado al cuento! la verdad, es que tu versión se acerca más a la dura realidad que la versión almibarada e irreal que nos han contado hasta ahora. No has dejado títere con cabeza, con humor e ironía. Has destrozado el mensaje irreal que nos han dado durante tantos años, eso sí, no he podido parar de reír ante tales cambios. Desde luego, tu versión es la más original que he leído hasta ahora. Jajaja.
Enhorabuena, por tu sentido del humor al escribirlo.
Besos apretados, amigo.
Hola, Pilar.
Espero y deseo que lo de tu intervención quirúrgica haya quedado en una mera anécdota que añadir a tu anecdotario personal. Y si te ha puesto de buen humor la lectura de «Versión original» no te imaginas lo contento que me pongo pues una de las claves que presidió su puesta en escena fue el humor, como se les escapan de las manos los personajes a los pobres hermanos Grimmm. A ver si saco tiempo y me pongo con algún haiku que someter a tu consideración. Un beso grande.
¿Cómo es posible que haya vivido tanto tiempo engañada? Y ahora qué hago yo con todos mis traumas infantiles, con mi psiquiatra de cabecera y el abogado defensor, con mi príncipe de cristal y los zapatos azules, con las manzanas recogidas directamente del árbol prohibido, con el espejo heredado de mi madrastra y…
«Mehasmatao».
Me he divertido un montón, Eduardo. De lo más original tu versión.
Un saludo
Hola, Margarita.
Que te hayas divertido un montón, como tú dices, justifica de sobra la chifladura del texto, y lo que me costó pergeñar la voladura narrativa, si lo prefieres. No dejo títere con cabeza. ¿O lo hace más bien el enanito erigido en portavoz de sus compañeros frente a la dupla de escritores que les ningunea?
No sé con el resto, pero con los abogados sí sabes lo que hacer, y de qué admirable manera. Te sigo debiendo el comentario y el voto a tu «Abogados» de abril, pero abandona cuidados: soy de los que cumple con la palabra dada.
Un beso acorde con tu belleza dispar y poliédrica.
Hola, Eduardo.
Es fascinanta la reescritura del cuento clásico que te has sacado de la manga. Divertida, rápida y con la magia que tú le pones a las cosas.
Me encanta, no sé si es el micro que más (o de los que más) me ha gustado de los que te recuerdo.
Felicidades, amiguito.
Un abrazo y mis mejores deseos. Siempre.
Hola, Towanda, diosa.
Quizá la convivencia, el roce con los grandes, como tú, provoque, consiga que vaya dejando de ser un enanito literario. No puedes imaginar lo bien que me sabe tu comentario. Lo mucho que me alimenta, lo muchísimo que me empuja a descorrer, para recorrerlos, nuevos horizontes literarios. A tratar de dar lo más que me sea posible, para que lo disfrutéis.
Un beso de tu admirador de siempre para siempre.
Darle la vuelta a un cuento tan conocido tiene su punto de osadía pero creo que has salido airoso.De todos modos, debo decir que se me escapa quién es el tipo de las patillas. Seguramente es por falta de atención por mi parte pero me he hecho un poco de lío. Intentaré volver a leerlo mañana, cuando esté más despierta.
Suerte y abrazos,