56. VÉRTIGO OTOÑAL (Domingo Jiménez Lacaci)
Ella cruzó el despacho, se situó tras el sillón de cuero y aflojó su corbata. Sus uñas bajaron arañándole el pecho con una lentitud exquisita. Notó sus labios rozarle la oreja susurrando unas procacidades deliciosas. Sus dientes le mordieron el cuello con la presión exacta. Después, aquellos dedos algo artríticos bajaron a explorar tras su cremallera. Estaba tan excitado que boqueaba buscando aire. El contacto con su precaria rigidez le hizo arquear la espalda. Cerró los ojos y levantó su cabeza plateada. Tras la puerta, a pocos centímetros, se escuchaba el mundo proseguir su marcha. Pasos, teléfonos, conversaciones. Era una maldición: ya solo era capaz de sentir deseo así. Y allí.
—No has echado el pestillo, ¿verdad? —preguntó él.
—Nunca cierro, mi amor. Ya sabes, podría entrar cualquiera.
—Cualquiera, sí —aquello fue la espoleta—. No pares.
Su cuerpo frágil y gastado se tensó con un pequeño estertor y luego cayó desmadejado sobre el cuero. Ella pasó al baño mientras él se recomponía. Volvió, le besó y abrió la puerta.
—No llegues tarde que hoy vienen los nietos a comer —le dijo mientras varios administrativos pasaban por detrás.
—Tranquila, firmo estas sentencias y voy para casa —contestó quitándose la toga.
¡Muy bueno! Me ha encantado. Mucha suerte.
¡Vaya! Muchísimas gracias, Nieves.
Muy amable por echarle un rato a mi relato y por tu comentario.
Abrazo grande, y mucha suerte también para ti.
Qué bien que te hayas animado a escribir aquí, Domingo. Tu segunda vez, creo. Un relato sólido y valiente. Suerte con él.
Sí, mi segunda visita a esta casa. Toda excusa es buena para escribir. Muchas gracias por tu comentario, Elena. Viniendo de ti ya es un gran piropo.
Mil gracias. Suerte también para ti! 😉
Ese vértigo otoñal que nos regalas funciona como un reloj, mucha suerte con él, Domingo.
Gracias Paloma, un honor que aprecies mi texto. Pedazo de piropo el tuyo 😊
Muchas gracias por tu tiempo y tu cariño.