80. Vestido a la deriva (Blanca Oteiza)
Los pies descalzos acarician la arena que duerme bajo el calor de principios de julio. Bonito mes para casarse y vestir de blanco, como quería su madre. Las olas salpican el vestido que termina mojado por completo. Y ella, sintiéndose sirena, ríe y nada desnuda mientras el vestido desaparece con las olas más allá del recuerdo.
En la iglesia los invitados estupefactos van saliendo de vuelta a sus casas. Los padres de la novia no se explican nada y llora la madre la vergüenza de su hija. El banquete quedará servido en una mesa sin comensales y la música sonará sin nadie que baile. El novio mira al infinito sin distinguir la luz blanca que se apaga, de un amor que se ha ido.
Ese vestido arrojado a las aguas, a su suerte, refleja una elección, el despojarse de lo que se consideraba una carga. Al mismo tiempo, la desnudez de la protagonista se identifica con la libertad total, al margen de convencionalismos. Es comprensible y humano la decepción y vergüenza de los familiares, en especial, de la madre y del novio, pero más vale siempre rectificar a tiempo. Vida solo hay una y debe vivirse de la mejor forma posible, dando marcha atrás si hace falta antes de que sea tarde, o peor.
Un relato cargado de simbolismo sobre decisiones y rectificaciones vitales.
Un abrazo y suerte, Blanca
Muchas gracias Ángel por dedicar tu tiempo a la lectura y resumir tan bien como siempre mi relato.
Un abrazo