43. VISLUMBRE (Carles Quílez)
Juan intentó centrarse, pero aquella luz cegadora le desconcertaba. Un racimo de recuerdos desordenados se desparramó por algún lugar de su mente: La sonrisa con la que el abuelo Nicanor le agradecía las chocolatinas que le traía de hurtadillas; Toby, el perrito que le regaló a su mujer tras el segundo aborto; la manera de llover del día de su jubilación…
Tal como vino, el torbellino marchó y algo parecido a la consciencia fue abriéndose paso entre la confusión. Su sobrino -tenía que reconocer que desde que enviudara, el chico se esforzaba con él- le había invitado a pasar la Nochevieja en su casa de la sierra. Aguantó el tipo como pudo durante la cena, pero tras los postres ya no supo refrenar sus ganas de llorar.
Las campanadas sonaron distintas esta vez. Parecía que iban demasiado rápidas, o quizás fuera él quien iba despacio, pero cuando el resto alzó sus copas para brindar, él todavía intentaba tragar las uvas.
Y entonces, por fin, comprendió. Y gritó, mas no logró articular sonido alguno; y se agitó y pataleó; y cuando la luz se atenuó y distinguió a su esposa tras ella, nuevamente, respiró.
Un nuevo año que coincide con una nueva vida, cuando la terrenal ya ha dado de sí todo lo que podía; un paso de página cuando ya sólo queda sufrimiento, recuerdos y ninguna ilusión en el presente y en el futuro. A todos nos llegará el momento de estar amortizados, entonces comprobaremos si existe esa luz y si en ella nos esperan las personas que quisimos y un día se fueron.
Suerte y un saludo
Y bien, lo has expresado con crudeza, pero en algunos casos, como dices, la (buena) vida ya no da más de sí y sólo queda la esperanza de lo que encontraremos más allá.
Saludos cordiales, Ángel.
Hola, Carles.
Es estas fiestas que vienen, y con mi especial estado de ánimo, tu micro me ha llegado hasta dentro.
Cuando falta un ser querido tan importante es difícil aguantar las lágrimas, pero creo que esa noche el protagonista y su esposa se encontrarán para siempre.
Un abrazo.
Lo único que puedo decirte, Towanda, es que, si bien no llega a curarlo todo, el tiempo es un gran lenitivo.
En cualquier caso, agradezco tu comentario y te deseo que, a pesar de todo, estas que vienen sean unas buenas fiestas.
Hermoso relato. Enhorabuena.
Saludos.
Gracias, Ton.
Saludos.
!Qué hermoso final!
¡Qué bien que te haya gustado!
Saludos, M Carmen.
Quizás sea lo que más desee en este mundo así que enhorabuena por su vuelta a la vida. Abrazos y suerte
¡Ah, quién sabe!
Abrazos también para ti, Manuel.
Pues qué pena… ponerle la miel en la boca para luego quitársela. .. Aunque ese enviudara me queda un poco ambiguo… porque aún releyéndolo me surgen dudas de si hablas del sobrino o de él mismo. Por muy joven que sea el «chico» tendría facilmente más de 30 e igualmente podría estar viudo y dedicarse a su tío… En fin, es una opinión más… Me ha gustado mucho la comparación de racimo de recuerdos e ir hilvanándolos desde la infancia. Esa película de tu vida que pasa a cámara lenta… Suerte y saludos
Apreciada Charo:
El que enviuda es Juan. Lo que queda más en el aire es si ese nuevo respirar es en la vida terrenal (o sea, que sobrevive al atragantamiento) o si es una metáfora, en el sentido que desde la desaparición de su esposa, estaba muerto en vida y ahora que se muere de verdad, revive en la otra vida.
¡Uf! No sé si me ha quedado un poco embrollado, pero espero haberme hecho entender.
Saludos cordiales, Charo.
Precioso título para un relato que transmite la paz del circulo que se cierra al final y que aún así consigue sorprender.
Un abrazo
Gracias, Patricia. Me agrada mucho tu comentario.
Abrazos también para ti.
Gracias, Ana y felices fiestas.
Carles, la soledad lleva a situaciones como esta, y las fiestas en buena compañia cuando se echa de menos al ser querido, lástima. Suerte y felices fiestas
Cierto, Calamanda. Hay personas para las que estas fiestas son un amplificador de su soledad y las viven con angustia.
Gracias por comentar y Felices fiestas para ti también.
Quizás es esta la navidad que él deseaba desde que perdió a su amor. Un brindis y unas atragantadas uvas que le llevan hacia ella.
Suerte, un abrazo
Quizás fue su propia apatía la que provocó el atragantamiento. Quizás.
Gracias por tus buenos deseos y otro abrazo para ti.
Para qué seguir aquí cuando se ha cumplido una vida entera y tu ser más querido te espera al otro lado. Muy emotivo. Besos y suerte.
Muchas gracias, Ana.
…y Tanti Auguri,que dicen los italianos.
Hola Carles. Pues me gusta mucho tu resolución, suave aunque trágico, haces que la transición sea dulce, lógica y casi deseable. Ese vislumbrar toma fuerza justo al final. Buen relato. Mucha suerte, un beso y felices fiestas ;).
¡Ay, Eva! y ahora, ¿qué puedo decirte?
Gracias por tu comentario, por supuesto, y felices fiestas también para ti y los tuyos.
Besos
Muy evocador tu relato. He pasado un momento dulce con su lectura.
Suerte y felicidad, Carles
¡Qué bonito halago, María Jesús! Me alegro que te haya hecho pasar un buen rato.
La mejor de las buenas estrellas para ti.
Vienen días para que duelan todos lo vacíos, en especial los más grandes. Solo puedo celebrar el final que le has dado si al final se vuelven a encontrar. Me parece una situación muy bien descrita. Mucha suerte 🙂
Sí, apreciado Juan Antonio. Durante estas fechas las ausencias pesan más, pero, de algún modo, la vida sigue.
Saludos y suerte también para ti.
Muy bonito Carles, qué manera más dulce de contarnos el tránsito entre la vida y la muerte. El repaso a los recuerdos, la luz cegadora, la consciencia, el tiempo desarticulado, y por fin el encuentro con su mujer.
Besos
Gracias Isabel, me alegro de que te haya parecido bonito. En el fondo, aunque funesto, pretendía ser un cuento de Navidad.
Bonita forma de dejar este mundo, con esa acogida de su mujer. Un relato lleno de ternura. Un abrazo
Gracias, Concha. Quizás estoy influenciado por los tópicos, pero ojalá que el tránsito sea así y al final de todo haya ese reencuentro.
Saludos cordiales