62. Y DE REPENTE, RAQUEL (Javier Puchades)
Bajé a la playa con la intención de sestear la tarde. Al instante, Raquel, la vecinita del tercero, extendió su toalla cerca de mí. Nada tenía que ver con la enana que yo recordaba paseando su muñeco en el cochecito por el parque. Cuando se quitó el pareo, aquella estrella de mar tatuada sobre su pecho cobraba vida con cada respiración. Su melena castaña, deslizándose sobre su espalda, me hizo olvidar sus coletas de niña. Y sus caderas, cimbreándose al ritmo de la música del chiringuito, elevaron mi imaginación hasta el infinito.
En aquel momento, al descubrir la belleza de Raquel, guardé mi niñez bajo la arena.
Tendemos a pensar que las cosas son inmutables, cuando todo está sometido a un cambio permanente. No somos los mismos que fuimos tiempo atrás. Percatarnos de esta realidad, aunque sea algo que sucede poco a poco y sin pausa, a veces supone un impacto súbito, de ahí lo acertado del título, como también las descripciones, visuales y llenas de elegante emotividad. La conciencia de la transformación en los demás conduce a darnos cuenta de la nuestra. Al tiempo que ya nunca volverá a ver a Raquel de la misma manera, tu protagonista sabe que el niño que fue quedó también atrás.
Un relato intenso, de factura impecable, sobre el tránsito de la infancia a la etapa siguiente.
Un abrazo grande y suerte, Javier
Ángel, muchísimas gracias por tus palabras, muy acertadas.
Un abrazo enorme.
Buena imagen para describir el cambio de «niña a mujer», como diría Iglesias, a través de unos ojos que una vez fueron ingenuos..
Suerte, Javier.
Un saludo cordial.
María Jesús, muchísimas gracias por tus palabras.
Un saludo.