7. ¡YA TE VALE, NANO! (PURIFICACIÓN RODRÍGUEZ)
Todos los años lo mismo. Aún me parece estar viendo la escena que, invariablemente, se repetía cada navidad en nuestra casa.
Mis padres, mi hermano pequeño y yo sentados a la mesa, a punto de empezar a tomar las uvas para celebrar el año nuevo. Todos pidiendo en nuestro interior un deseo, con la irracional esperanza de que se cumpliría sin falta en los siguientes doce meses.
Entonces, a mitad de las campanadas y con la boca llena de uvas a medio tragar, el nano empezaba a hacer aspavientos, a agarrarse el cuello y a ponerse cada vez más rojo hasta que, a punto ya de la asfixia, mi padre lo ponía boca abajo y lo sacudía hasta que todo lo que atesoraba en su garganta salía de golpe y volvía, al fin, a respirar de nuevo.
Algún año, incluso nos quedamos todos sin uvas y sin campanadas porque teníamos que echar a correr con el dichoso niño a urgencias, cuando el color de su cara pasaba del rojo vivo al morado pálido y el bolo alimenticio le había cogido especial cariño a su faringe.
Desde que creció y vive solo, el jodío no se ha vuelto a atragantar.
Parece que lo que le iba al nano era el afán de protagonismo y darle la noche a la familia. Claro, ahora que ha perdido el público no tiene ningún sentido montar el númerito. Besos y suerte
Ay, la familia. Este micro me trae recuerdos.
Éramos ocho hermanos, mi padre, mi madre, mi tía solterona y el perro.
Alguien daba la nota, siempre.
Bueno esperemos que no le hayan quedado secuelas a nadie y todos ahora o coman uvas sin problemas o ni eso, pero que se eviten los sustos.
Abrazos y suerte
Si lo que queria el Nano este es ser el protagonista durante las campanadas. Divertido relato.
Saludos
Lo más curioso es que en mi relato, y sólo por esta vez, no hay una sola palabra de ficción. Un abrazo, amigos.
Ese pequeñajooo….que rollo de navidades daba. Ni las uvas podían comer tranquilos. Me gusta esa naturalidad que le has dado al relato, quitando importancia a ese hecho de atragantarse ya que era una tradición más de la navidad.
Un beso
Eso pasa por no pelarlas y quitarle las pepitas, te lo digo yo… ¡Que afán de protagonismo el del nano! Abrazos.
Purificación, esta historia del Nano es especial para tí creo entender por tu comentario, aún así tu forma de contarla es original. Está dicha con cariño. Suerte y felices fiestas
Si era el pequeño, a ver confundía las aceitunas con las uvas, que también ocurrió en mi casa.
Buen relato, Purificación.
Quizá las confundía con aceitunas, como dices, Luis. El nano era tan chico que ni siquiera se acuerda. Gracias a todos, amigos.
Purificación, afán de protagonismo como ya han comentado, en cuanto se eche novia vuelve a las andadas, jajaja. Muy bueno. Abrazos.
El pobre Nano ahora solo o muerto por asfixia sin que nadie se interese por él.
No estaría mal llamarlo cada 1 de enero por si acaso vistos los antecedentes XD. Divertido, fresco y muy familiar. Mucha suerte 🙂
Por si acaso, le llamo con frecuencia. No vaya a ser…..
Una escena repetida en todos los hogares, el momento de las uvas y que no nos falte. Bueno se repite excepto el atragantarse como el Nano.
Muy divertido.
Besos y felices fiestas!!!
Jaja,pobre Nano, se ha quedado sin público. Un abrazo.
¿Por protagonismo? Pues sí que es atrevido y algo suicida. No, me lo imagino más del estilo torpón y ahora, con unos cuantos años más ya ha aprendido a comerse las uvas, incluso me imagino quitando sus titos e incluso pelándolas, como dice Eva.
¡Bravo por tu simpático Nano!
Y besos para ti.