Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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117. La isla

Subes al barco para emprender la lenta travesía que el destino ha elegido por ti, sin concederte la debilidad de mirar atrás. Cargas tu equipaje con la incertidumbre de un viajero desorientado y esa impaciencia de los que no se atreven a seguir siendo audaces. Sabes que ya no verás la belleza del otoño con sus tardes doradas, entre el aire frío, el presagio de las primeras nieves y los últimos sueños. Y confías en las olas oscuras que te acompañan para que, al menos, se encarguen de ahogar tus sentimientos junto con algunas lágrimas que nadie te ha visto llorar.

Pero no puedes engañarte mucho tiempo. De nuevo te asedia la tristeza incurable que rodea a quien se marcha de su hogar presintiendo que no existe ninguna posibilidad de volver. Por eso, antes de que te alejes definitivamente del puerto, arrojas un puñado de nostalgia que se hunde como un ancla de plomo en el mar. Allí regresarás estés donde estés cuando tu dolor sea más fuerte que tú, hasta que hagas emerger una isla en la que puedas cobijarte, y quizá roces, con la punta de un dedo, aquella felicidad que solo será un recuerdo.

 

6 Responses

    1. Rafa Heredero

      Qué bonito comentario, Nuria. Siempre he sabido que la lectura, entre muchas otras cosas, sirve de refugio. Sospecho que por eso me gusta tanto leer. Así que si alguien quiere utilizar este texto… me sentiré muy honrado.
      Un abrazo y muchas gracias por tu lectura y tus palabras.

        1. Rafa Heredero

          Hola, Nuria. Me alegro de que hayas vuelto a esta isla que parece servirte de refugio también. Aquí estará para cuando la necesites.
          Y aunque últimamente no encuentro tiempo para comentar los relatos, por lo menos trato de agradecer a quienes se toman su tiempo para leer y comentar cuando participo con alguno. Es lo menos que puedo hacer. Así que muchas gracias de nuevo. Otro abrazo de vuelta.

    1. Rafa Heredero

      Muchas gracias por tu comentario, Calamanda. No sé por qué será, pero tanto en las películas como en los libros, los momentos dolorosos «casan» muy bien con las imágenes bellas. Así de raros somos.
      Un abrazo.

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