Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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120. Servicio técnico (Anna López Artiaga / Relatos de Arena)

Hoy ha desmontado la radio. No me importa porque no funcionaba, pero me fastidia esa manía de abrirle las tripas a todo electrodoméstico que se cruza en su camino. La semana pasada fue la tostadora y la otra de más allá, el microondas. Un día de estos le meterá mano a la nevera o al lavavajillas y entonces sí que me va a doler, porque sin tostadora puedo vivir, pero sin lavavajillas…

Y lo peor de todo es que no puedo enfadarme con él. No desde que me dijo que había sido don Ramiro, el encargado, quien le había dado orden de arreglar la batidora y, a pesar de que lleva ocho años jubilado, se había puesto manos a la obra —a las cuatro de la madrugada—; no desde que me confesó que de cada electrodoméstico que repara, roba una resistencia, un transistor o un circuito impreso con los que está construyendo una máquina que le recuerde las cosas importantes y así, ya nunca más me enfadaré con él por olvidarse de ir a recogerme al colegio.

18 Responses

  1. Supongo que el protagonista de este entrañable relato es el abuelo del niño o niña que hace de narrador. Parece que el abuelo, acostumbrado a trabajar toda la vida, continúa trasteando en casa con todos los artilugios que caen en sus manos, aunque comienza a tener principios de alguna enfermedad neurológica, de ahí que se le olvide que está jubilado, que tiene que ir a recoger al nieto/nieta al cole, etc. Pero, por otro lado me extraña el comentario que habla de la tostadora y el lavavajillas… ¿El que habla es discapacitado y no puede hacer uso de la fregadera? ¿No hay nadie más en esa casa? Además, si el abuelo es consciente de sus olvidos y está construyendo esa máquina… Ya me dirás, Anna. Sea como sea, me parece un texto, aunque triste, muy tierno y con un toque de misterio muy logrado. Me ha gustado mucho. Felicidades y un abrazo.

  2. Ana, el caso es que tu relato me gusta pero se me despista el personaje que narra la historia. Si es una niña,
    (por lo del colegio) su conversación me parece más de una adulta. Me imagino que «el encargado» es el del «servicio técnico» en el que trabajaba hasta que se jubiló por ¿alzheimer?, ¿el abuelo? o ¿su marido? (¡no se tratará de una maestra!)
    Espero no te moleste mi franqueza.
    Un abrazo.

  3. Me ha gustado mucho. Por lo tierno.
    Me pasa un poco como a Rosy, empieza hablando una mujer adulta (eso parece) pero después es una niña que necesita que vayan a buscarla al colegio.
    No obstante, que conste, me gusta él, el ir desarmándolo todo y armándolo, un engranaje una máquina de recordar. Es una idea interesante.

  4. Ángel Saiz Mora

    Dicen que a cierta edad hay que perdonar todo, que hay que tener una paciencia absoluta con las personas mayores. No digo yo que haya de ser así siempre, pues todas las cosas tienen un límite, pero sí cuando lo que se hace es con buena intención, aunque no soporte un análisis lógico.
    Saludos y suerte, Anna

  5. Reve Llyn

    Me he despistado con el narrador. Pensaba que era la mujer del manitas, por eso de echar de menos el lavavajillas, pero entonces ¿cómo es eso de que se ha olvidado de ir a recogerla al cole? O es que los dos necesitan aparato para recordar…
    Por lo demás, me encanta cómo has contado esa demencia del hombre y la manera que tiene de intentar arreglarlo.

  6. El final nos da otro giro, al menos a mí. Pensé en la esposa del anciano que ha perdido la memoria. Pero luego creí que sería la hija que cuida a su padre ya senil. Pero ahora creo que es el nieto, por lo del cole, claro que es raro que al nieto le moleste no tener lavavajillas.
    Es igual, el tema y la ternura que desprende me ha gustado mucho y es muy real, a veces hay que perdonar que nos estropeen cosas a cambio de llevar paz a las cabezas un poco perdidad de nuestros mayores.
    Un abrazo

  7. Delicioso, con un deje de amargura por esa enfermedad que roba los recuerdos más queridos. Y además lo has contado con ternura y elegancia, con las palabras juntas. Me alegro de seguir leyéndote. Muchos besos.

  8. ¡Me ha encantado! Creo que el que más me ha gustado de los que he leído.Y he leído unos cuantos. Es tan tierno, tan envidiablemente bien pintado!!
    Enhorabuena. Anna. De verdad, me ha llegado justo donde llegan los buenos textos.

  9. Pues venga…, ánimo y a las gachas y que siga! Sería imperdonable no dejarle recopilar los recuerdos. Muy bueno y entrañables. Suerte.
    Besicos muchos.

  10. Muchas gracias a todos por vuestras lecturas y comentarios. Cuando un relato requiere ser explicado es que algo falla, pero de todo se aprende y eso es lo bueno de este grupo y por lo que os estoy agradecida.
    Para sacaros de dudas: la narradora es la hija del protagonista. El pobre hombre, afectado de alzheimer, se aferra como puede a sus recuerdos y en su obsesión lo que más teme es olvidarse de las cosas importantes, como ir a buscar a su hija al colegio. Lo que no queda suficientemente claro en el relato es que la hija ya es adulta y no necesita que la vayan a recoger al colegio. Pero en este tipo de enfermos es frecuente confundir sus recuerdos antiguos y creer que se trata de acontecimientos recientes.
    Muchísimas gracias a todos y perdonad que os haya contestado en bloque. Llevo días desconectada y siento no poder dedicaros el tiempo necesario.
    Abrazos.

  11. Hola, Anna.

    Ese final me ha puesto la piel de gallina, con esa voz íntima de la hija hacia el padre me parece un gran acierto.
    Muchísima suerte.
    Besos y abrazos.

  12. María Rojas

    Un relato maravillosamente contado, para tratar un problema tan doloroso.
    Felicidades, y si vas a Cabezón de la Sal, abrazos a todos.

  13. Enrique Mochón Romera

    Pues no cabe duda que la culpa de todo la tiene Don Ramiro, :).
    Me encanta el modo desenfadado en que has tratado tema, dejando traslucir una gran dosis de ternura y cariño en lo que aparenta ser una nota de reproche.
    Enhorabuena, Anna, y suerte.
    Saludos.

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