35. LOS OJOS DE UN NIÑO (Paloma Hidalgo Díez)
Los periodistas que iban a filmar a toda la familia esperando al gran héroe que volvía, nos dejaron diez minutos para aprendernos lo que debíamos decir sobre él. Al parecer, a nuestros compatriotas, no iba a resultarles muy agradable escuchar lo mucho que le odiábamos mi hermano y yo, por haber dejado de ser el taxista con el que jugábamos todos los días. Después comenzaron a grabar. En todas las televisiones se recibían en directo imágenes de nuestro pelo rubio bien repeinado, y de los pantaloncitos cortos a juego con los vivos de las camisas blancas que llevábamos. También de mis labios, por ser el pequeño, mientras explicaba al mundo que me alegraba mucho de que mi papá fuera astronauta y de que pudiera salir a jugar con la luna y las estrellas todas las noches. Pero ni un solo primer plano de nuestras miradas. Papá siempre nos pedía que le mirásemos a los ojos. Decía, aunque quieran, los ojos de un niño no saben mentir. Papá tenía razón. Cuando, minutos después, el transbordador se desintegraba al efectuar su entrada en la atmósfera, nuestros iris, tan azules como el cielo, llenaban la pantalla de dolor, angustia, e incredulidad.
Paloma, con qué sensibilidad tratas este cuento, tan bien ambientado. Suerte y saludos.
Gracias Calamanda por la tuya al comentar.
Saludos sonrientes.
Puedo ver esos pantalonctos y esos pelos rubios repeinados…te lo juro. Suerte, guapa
Gracias Calamanda por la tuya al comentar.
Saludos sonrientes.
Ups! que no, que ese es el de Calamanda.
Gracias Meiga, claro que los puedes ver, es lo que tiene ser bruja…
(͠≖ ͜ʖ͠≖)?
jajajajjajajaja
Narras de una manera que resulta complicado no «ver» lo que has descrito. Y en tan poco espacio me parece de mérito. Me has recordado, siendo pequeño, aquel fatídico accidente en el que murió la primera profesora que iba a dar la primera clase desde el espacio. Mucha suerte 🙂
Gracias por comentar Juan Antonio.Tuve la fortuna de ver este verano el Endeavour en Los Ángeles…Una inspiración estupenda para el tema del mes!!
Me guardo la suerte, que me va a hacer falta, seguro.
Paloma, magister Paloma, un juego verdad-mentira, mentira-verdad con un vuelo espacial de por medio y un final con ese vuelo abortado y con esas miradas infantiles cosechando incredulidad. A menudo me pregunto si existe el espacio sideral, o sí y solo porque lo miramos con ojos niños. Una teórica fiesta devenida en tragedia. Texto compacto y muy visual. Perfecto. Te felicito. Oye,¿no te pediría el correo George Clooney en un descuido?
Besos.
Gracias, Eduardo,por tu comentario y por tu generosa valoración del texto. Si algo me quedó claro cuando estuve bajo la panza del Endeavor fue justamente eso: lo pequeños que somos frente al inconmensurable espacio. Y lo lejos que aún así, ha llegado el ser humano.
Con respecto a Mr.Clooney…
Un abrazo
Felicidades, es un relato con tantos detalles que se disfruta en cada lectura. Mucha suerte y besos. Me alegra ver que tu blog sigue activo.
Gracias por comentar Belén, me gusta saber que has encontrado esos detalles.
Mi blog está de capa caída, pero sigue abierto. El pobre me debe estar echando mucho de menos.
Un beso
Paloma, me gusta cómo te detienes en los que quedan en tierra, en los que viven alrededor del sueño de un adulto y cómo lo ven, impotentes, desintegrarse en el cielo. ¡Felicidades!
Y a mí que me lo cuentes María José. Muchas gracias por comentar.
🙂
Hola, Paloma.
Para mí basculas en ese odio al héroe, el padre que les abandonó; y ese sentimiento de dolor, igualmente verdadero, por haberlo perdido, por de verdad haberlo perdido.
Muy bueno
Eso es Luisa, ese es el matiz, me alegro de que lo comentes.
Muchas gracias
Conoces muy bien el mundo infantil, y lo plasmas con acierto en este relato.
Me ha hecho mucha gracia la similitud del conductor del taxi, con el astronauta
y me ha conmovido, los hermanitos huérfanos después de la aventura.
Un abrazo, Paloma
Sí, pensé en un conductor de autobús, pero me incliné por el taxi al final porque hubo algunos conductores de autobús seleccionados para convertirse en astronautas, aunque luego no llegaron a hacerlo. Pero nunca hubo ningún taxista.
Me gusta la infancia, su mundo, sus peculiaridades, y me gusta escribir con niños protagonistas porque son capaces de casi casi cualquier cosa.
Las misiones espaciales han dejado algún que otro huérfano, podríamos decir que esto es un minúsculo homenaje a esos niños.
Un beso, María Jesús.
Suele decirse que los niños y los locos siempre dicen la verdad, no están contaminados por convenciones, ni domesticados como algunos querrían. El título es muy bueno, pues resume la principal enseñanza del padre que heredarán esos pequeños repeinados para la ocasión. Su visión es un prisma privilegiado que nos invita a acercarnos una realidad por todos conocida bajo un prima distinto, más puro y cierto.
Un abrazo, Paloma. Suerte
Ángel, como siempre, bisturí en mano, «operas» el texto con delicadeza. Me alegro de que te guste el t´Ítulo, es una parte muy comprometida con el texto. Y sí, la realidad, con toda su dureza para el mundo, es mucho más cruda aún para los niños.
Muchas gracias
Un abrazo.
Estos niños tendrán que aprender a jugar con las estrellas ellos solos. Espero que lo consigan.
Un saludo, Paloma
Quizá cuando crezcan puedan buscar los ojos de su padre en el brillo de alguna, si vuelvo a cruzarme con ellos, quién sabe, los personajes de mis relatos a veces vuelven a visitarme, les preguntaré si lo hicieron, si aprendieron a jugar con las estrellas.
Un saludo, Margarita, y gracias por comentar.
Sentimientos encontrados en tu magnífico relato. Amor y odio, mentira y realidad. Nos dejas unas imágenes que nos son fáciles de visualizar, con pocas pinceladas, bien trazadas, nos describes todo un mundo en la mirada, pensamiento, vestimenta y sentimientos de los niños.
Y es que en ellos la transparencia y sinceridad es muy dificil de ocultar.
Me reencanta preciosa Paloma.
Un beso grande.
M Belén, siempre tan amable al comentar. Gracias por no cambiar.
Un beso a juego con el tuyo.
Por muy astronauta o héroe que sea, un niño nunca entenderá que su padre se aleje de él. Muy bien dibujado ese momento de tensa espera frente a la expectación de la llegada y el desastroso final. Tengo la imagen de esos críos en la retina. Felicidades, Paloma. Un beso.
Creí que había respondido a tu comentario, pero… Pues lo repito y Santas Pascuas!
La infancia y su mundo, casan mal a veces con los adultos y el suyo, eso es.
Y me alegra saber que te quedas con esos pequeños en la retina, muchas gracias por compartirlo Inma.
Un beso.
Me parece un relato muy visual. Donde los ojos de los niños no se ven hasta el final. Porque los ojos no mienten, y hasta entonces, esos niños pulcros y repeinados, son una mentira.
¿Suerte!
Diste en el clavo: hasta el final, esos niños son lo que los demás necesitan que sean. Pero los ojos de los niños no mienten…
Gracias por comentar Patricia.
🙂
¿Cuándo se vio una Paloma que no volara alto? Me gustan tus ojos. Besazo.
???
Estos individuejos te hacen la ola Eva, yo también.
Beso y abrazo de vuelta.
Magnífico relato Paloma. Y muy acertada la elección de los ojos de esos niños, como el eje sobre el cual acabas consiguiendo que gire la acción hasta el final.
Enhorabuena Paloma. Te deseo suerte.
Ton.
Gracias Ton, muchas gracias por comentar, pero sobre todo por leer.
Me quedé en los ojos de tus niños y lo demás fue accesorio.
Excelso Paloma.
Un abrazo y mucha suerte.
Sí, esos ojos pretenden ser especiales, gracias por comentar.
Otro para ti.
Me ha costado entrar en el texto, me ha resultado complejo, no me ubicaba. En lecturas posteriores atisbo el dolor de la ausencia de los padres. Debe reconocer que lo del taxista me despista. En fin, cosas mías. Suerte.
Tú mira a los ojos de los niños, y déjate llevar. Ya está. Y si te sigue costando entrar, pero entras, ya merece la pena. Y vamos, que de ser, serán cosas de los dos.
Un beso.
Buen relato, y el final remata con acierto el mirar de los ojos de esos niños.
Feliz primavera.
Gracias María, por lo que he tardado en agradecerte que hayas leído y comentado, casi podría desearte feliz verano…Ains, lo siento.
Un abrazo.