55. Playa sin mar (Anna López Artiaga / Relatos de arena)
Pensé que me harían compañía y los llevé a mi nuevo apartamento. Drama y Comedia daban vueltas en su mundo transparente y golpeaban el cristal cuando me veían cerca. Yo los premiaba con unos copos de harina para peces —gusanos, larvas e insectos, prensados y secos— y ellos los devoraban. Aunque debería decir que solo Drama tenía verdadero interés por la comida. Comedia prefería jugar: nadaba en círculos, hacía burbujas en la superficie con su boca redonda y roja, y saltaba —como si fuera un delfín amaestrado— haciendo sofisticadas piruetas.
Hasta que una mañana, encontré a Drama solo en la pecera. Golpeaba el cristal, como si pidiera comida, pero sus ojos de pez intentaban decirme algo. En el suelo, Comedia se retorcía y agitaba, intentando acostumbrarse a aquel nuevo elemento. No lo consiguió. Aunque lo devolví presurosa al agua, sus agallas se habían secado y resultaban inútiles. Flotaba, agonizante en la superficie, y no tuve valor para verlo morir. Lo cogí y lo lance al váter con rabia. Tiré de la cadena.
Después, le eché doble ración de comida al pez superviviente. Quizás un ambiente de abundancia lo convencería de que era mejor no explorar los límites de su prisión.
Aunque son peces, podríamos aplicar aquello de «jaula de oro». Todos tenemos un espacio vital en el que nos movemos, dentro del cual nuestras necesidades básicas suelen estar satisfechas. A veces, intentar traspasarlas, aunque solo sea por simple curiosidad, conlleva un precio demasiado alto.
Un relato del que podrían extraerse diferentes lecturas, aplicables o extrapolables a los humanos, aunque también a todos los que tenemos mascotas, sean del tipo que sean, cuando quizá, alguna vez, nos preguntamos si no estarían mejor libres, a su aire, sin nosotros.
Un abrazo y suerte, Anna
Gracias, Ángel,
las dos lecturas que haces son correctas. Es fantástico tenerte como lector, no se te escapa un detalle.
Repito: gracias. Y suerte para ti también.
Un abrazo,
Como pez en el agua te mueves entre las letras.
Gran micro y sí, muy dúctil.
Suerte.
Gracias, Yolanda. Intento mantenerme a flote 😉
Un abrazo y suerte para ti también.
Jo, qué (sana) envidia leer un relato así de fluido… Siempre tengo la sensación de que los míos avanzan a trancas y barrancas.
Coincido con los comentarios previos, me resulta especialmente atractivo que tu historia invite a la reflexión. Si me lo permites, yo no me preocuparía mucho por Drama: aunque no tuviera bastante con la ración extra de bichos, la bariga llena y pesada nunca le permitirá saltar más allá de la pecera. ¿No da miedo solo de pensarlo?
Un saludo. Gracias por tu visita y suerte a ti también.
¡¡¡Roarrrg!!! Qué rabia da el teclado virtual de Windows… ¡ese sí que tiene apetito y devora letras cuando le viene en gana. Ahora mismo tiene otra erre en la barriga mientras ríe a mi costa…
(vale, puede que medio olvidara una última revisión de lo que había escrito; espero que a nadie le sangren los ojos ni se le hayan desprendido las retinas ortográficas)
Muchas gracias, Raúl,
La pecera se parece bastante a la vida real y, sí, da bastante miedo. Pero lo bueno de escribir es que se pueden dar saltos mortales y confiar en que siempre caerás de pie.
Muchas gracias por tu lectura.
Un abrrrazo (con muchas erres) y suerte con tu relato 😉
Escapar de la zona de confort puede acabar mal, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Tanto si fue intencionado como un accidente, bravo por Comedía, que le echó agallas a la vida. Y con ese nombre, seguro que se está riendo de todos desde su más allá en las alcantarillas. Me ha gustado mucho, Anna. Besos y suerte.
Muchas gracias, Ana,
intentarlo es lo mínimo que se puede hacer en esta vida. Conformarse con la ración del día (aunque sea doble) es morir en vida. Pero yo solo hablaba de peces, ¡eh!
Un abrazo y suerte para ti también.
Hola, Anna.
Si no intentas un cambio nunca sabrás si lo nuevo pudo haber sido mejor. A veces, se pierde, pero quién sabe qué hubiera pasado de conseguirlo.
Un luchadora esa Comedia.
Me parece un gran micro: un micrazo, con todas las letras.
Suertísima.
Gracias, Towi,
tienes toda la razón. Y lo peor es que solemos mirar al insensato, que salta de la pecera, con cierta superioridad («Qué se habrá creído»), o incluso recompensamos al prudente porque no cuestiona el sistema. En fin, mucho en qué pensar… y eso que yo solo intentaba contaros una historia de peces.
Un besazo, guapa. Y que tengamos suerte, las dos 😉
Hola, Anna, un relato elegante y fluido, como acostumbras, que además se sale de lo que podríamos relacionar con la foto de la convocatoria. Un universo condesado en una pecera muy conseguido y que obliga al lector a posicionarse.
Un abrazo y suerte!
Uy, uy, uy, «elegante», «fluido»… qué barbaridad, que cosas dices. Que me pongo colorá!
En una cosa sí que tienes razón: intenté ir más allá de la foto. Pensé en el significado de ese gesto y me recordó las máscaras del teatro griego: el drama y la comedia.
Un abrazo y suerte para ti también.
Anna, tiene diversas lecturas tu original cuento; parece que la jaula de oro la usamos demasiado a menudo. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda,
esa era la idea, que aunque yo solo hable de peces, cada cual encuentre su relato.
Un abrazo y suerte para ti también.
Leído en clave de fábula, tu relato tiene mucho que decir acerca de la conducta humana, la actitud ante la vida, los límites que nos imponemos a nosotros mismos o los que nos comprimen socialmente.
Una prosa elegante y una buena invitación a la reflexión, Anna. Mucha suerte y besos.
Muchas gracias, Carmen,
yo iría incluso un poco más allá y pensaría en los límites que imponemos a los demás: ¿seguro que quieres estudiar arte dramático?, el inglés te resultará más útil… por ejemplo 😉
Todos somos peces y a veces tampoco nos gusta que los demás salten muy alto y nos dejen en evidencia.
Un abrazo, Carmen, y suerte para ti también.
Me encantan los nombres de estos peces, y todo lo que nos dice este cuento sin decirlo. Enhorabuena, y mucha suerte.
Gracias, Patricia,
pero te aseguro que yo solo he escrito una anécdota sobre peces. El resto lo habéis puesto las lectoras/es 😉
Un abrazo y suerte para ti también.
Anna, coincido en lo de la envidiable fluidez del relato, aunque desarrollándose en medio acuoso es lógico (broma fácil, lo sé). Evolutivamente hablando, todos estamos aquí gracias a ese primer pez que respiró fuera del agua hace millones de años. Gran relato. Muchísima suerte.
Gracias, Rufino. Es curioso como un relato sigue creciendo aun después de haber puesto el punto final: cada lector aporta su mirada y un nuevo matiz. Gracias por tu lectura.
Un abrazo y suerte a ti también.
Drama y Comedia, resignación o inconformismo. Cada cual hace uso de su libertad: Conedia se deja llevar por su curiosidad y arriesga; Drama parece más pragmático y acomodaticio o, sencillamente, empujó a Comedia para obtener doble ración… Me ha encantado y tambien opinó que el relato tiene varias lecturas. Pero sobre todo, destaco la serenidad con la que cuentas las cosas, esa serenidad que encuentro siempre en tus relatos me gusta muchísimo. Un beso y suerte.
Todos somos peces, en cierto sentido, maría José.
Gracias por tu lectura.
Un abrazo y suerte para ti también.
Hola, Anna, te devuelvo encantada la visita y ¡qué bien haber venido! Excelente narrativa, ameno y profundo. Vamos, que lo tiene todo para ser tenido muy en cuenta.
Un admirado abrazo.