Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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90. Volver (Anna López Artiaga / Relatos de Arena)

El viaje de vuelta siempre parece más corto. Dicen que es porque ya conocemos el camino. A mí, en cambio, se me está haciendo eterno. Seguramente sea porque no deseo llegar a casa. Nuestra casa.

Solo.

El viaje de regreso iba a ser idéntico al de ida. Rebobinaríamos la película y el coche retrocedería marcha atrás, los pueblos se sucederían y los carteles anunciando las salidas de la autopista aparecerían en orden inverso. Los niños se quedarían dormidos en el asiento trasero. Tú me cogerías la mano, que reposaría indolente en el cambio de marchas, sonriendo igual que lo hacías en el trayecto de ida ante la perspectiva de unos días en la playa.

Pero nada es como debiera. Ni siquiera conduzco yo: el collarín me lo impide. Un taxista extrañamente callado se sienta al volante. La vista clavada en el asfalto y, de tanto en tanto, una fugaz mirada al retrovisor vigilando mi silencio. En el hospital le habrán explicado lo ocurrido y prefiere no entablar conversación. Mejor así.

Me esfuerzo, pero no consigo recordar el accidente. Solo luces parpadeantes acercándose. Aquella mano inmóvil sobre la mía. Tu sonrisa convertida en dolorosa mueca.

Y los niños que parecen dormidos.

19 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Nos regalas un texto revestido de melancolía, pero muy hermoso. Haces, mostrándonos las dos caras de la moneda, que nos pongamos en el lugar del protagonista, al que un viaje «de placer» parece haber marcado para siempre. Y eso que aún no parece ser consciente de todo. Enhorabuena, Anna. Un saludo y suerte.

  2. Relato duro, y más si cabe ahora que todos estamos de viaje o planeando alguno.
    Pero aún así da gusto leerte porque transmites emociones y nos haces ponernos en el lugar del protagonista y compartir su tristeza.
    Un beso grande

    1. Muchas gracias, Jesús y Asunción, por vuestra lectura. Una campaña de tráfico tiene la culpa de que mi relato de esta convocatoria sea tan difícil de leer, sobre todo cuando se está de viaje o planeando las vacaciones (lo siento, Asun ;-))
      Como bien decís ambos, he tratado de indagar en los sentimientos del superviviente de un accidente, en esa sensación de irrealidad que nos inunda cuando sufrimos un golpe inesperado. Espero haberlo conseguido.
      Un abrazo

      1. Usted tiene razón Anna. El “solo” es suficiente pista para conocer al personaje, creo que he hecho una lectura rápida y no me he detenido ahí. Perdón por mi ma-la interpretación. Concuerdo con usted, el personaje es irrelevante; sigue siendo una buena historia.
        Saludos.

  3. Anna, es una historia sobrecogedora la que nos cuenta a través del pensamiento de esa mujer, sobreviviente del accidente de tránsito. Me gusta, muy bien lograda la ambientación, suerte.
    Saludos.

    1. Muchas gracias, Beto, por tu comentario. Lo cierto es que escribí el relato pensando en que el protagonista fuera hombre. Y, aunque no es relevante para la historia, he vuelto a releerla en busca de alguna indicación sobre la identidad y es cierto que únicamente hay una pista (el «solo» después del primer párrafo) y quizás no se entiende bien.
      Muchas gracias. Un abrazo,

    1. Muchas gracias, Javier. La ausencia de dramatismo es buscada: cuando uno sufre un golpe de este calibre, nos invade una sensación de irrealidad. Eso era lo que pretendía plasmar con esa imagen de rebobinar el viaje…
      Pero entiendo lo que quieres decir: este relato es como los anuncios de la DGT (que a nadie le gusta mirarlos). Un abrazo.

  4. Anna, nos cuentas el viaje de regreso, solo, a un hogar vacío, del superviviente de un accidente de tráfico, en el que ha perdido a toda su familia.
    Estremecedora tu forma de describir cómo debería haber sido y ya nunca será. Su ausencia de recuerdos de lo sucedido y ese dolor que produce la imagen de los suyos, inertes, al despertar.
    Me has dejado el corazón encogido y sin poder parar de llorar.
    ¡Enhorabuena! Mucha suerte.
    Besos apretados.

    1. Muchas gracias, Pilar. Lamento haberte entristecido hasta ese punto y, a la vez, agradezco tu empatía con la historia. Si he sabido plasmar mínimamente el drama de ese regreso, me doy por satisfecha.
      Un abrazo muy grande.

    1. Gracias, Towanda.
      Me alegra tu comentario porque, al fin y al cabo, lo que buscamos con nuestros textos es precisamente eso: erizar la piel. Emocionar.
      Un abrazo, preciosa

  5. Duro viaje el que nos describes, Ana, de forma tan directa como cruda, imitando a la propia realidad que es así: cambiante, dura, que oscila de un extremo a otro como si tal cosa. Has descrito ese horror, ese vértigo, que se instala en el estómago del lector, por mucho que intente pasar de página.

    Muy buen texto. Un saludo.

  6. J. Ignacio

    Hola. Tanta fuerza tiene lo que se dice como lo que no se dice. Normal que no quiera llegar a casa, porque se va haciendo idea de lo que va a encontrar allí. De lo que no va a encontrar, porque aquello que debió ser, no solamente no es, sino que nunca más volverá a ser.

    Tu personaje habla de personas que prácticamente podemos ver y de ternuras que prácticamente podemos sentir, pero la cruda realidad es que no están ahí, que se han convertido en ausencias, en vacíos. Y luego están esa mano inmóvil y esa sonrisa truncada, los escasos recuerdos que le quedan tras el golpe.

    Siempre digo que en 200 palabras se pueden decir muchas cosas, peo no todas. Algunas están a la vista y otras no, aunque las hay que caen por su propio peso, y quizá sea ahí donde resida la magia, ¿no te parece?

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