Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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AGO31. AL NENE PUPA NO…, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

Agachándome bajo las ventanas, di dos vueltas a la escuela. Allí nos hacinábamos, en una misma aula, los niños de 4 a 9 años. Por eso, cuando hube de aprender las preposiciones, ya me las sabía de tanto oírselas cantar a los mayores.
Bajé al río, revisé los agujeros de mis ladrillos hundidos; eran mis trampas para cangrejos. Cacé una libélula. Arranqué sus alas; luego las guardaría dentro del misalito nacarado de mi primera comunión.
No hice nada, especialmente excitante, aquella mañana.
Recuerdo que al subir del río, mirando un gran escarabajo irisado, que libaba sobre el esférico corimbo de la flor de una cebolla albarrana, me asaltó la angustiosa pregunta sobre mi existencia en el mundo y su sentido. Quizá esa fuera la gran lección del día.
Finalmente era ya un hombre, había pasado con valentía el rito de prueba de madurez. Había hecho mi primera y única “pira” a la escuela. Aquel día hice “novillos”.
En casa, al atardecer, mi madre tendía la ropa; yo, sentado en el balcón, hacía pistolillas con pinzas. El abuelo tras su jornada de maestro rural, preguntó desde la calle:
– ¿Está malo el niño?
– No, ¿por qué?
¿Recordáis?: Al nene pupa…

28 Responses

  1. Al nene pupa…No.
    Es lo que tiene la edad Jesús Alfonso, el sentarse en familia para oír Matilde, Perico y Periquín y el Zorro y Ama Rosa y tantas y tantas cosas.
    La escuela rural, con la diversidad de edades, ahí si que se aprendía, lo bueno y lo malo de los mayores.
    Como siempre, tu crónica, bonita, emotiva.
    Un abrazo jubilata

  2. Como siempre que optas por este filón de relatos, nos trasladas a una infancia, adolescencia o juventud que, a pesar de darse en diferentes escenarios, es reconocible por los ya talluditos de entre nosotros. La ciudad que conocí también estaba llena de insectos, plantas, novillos y abuelos. Un placer.

    1. Pues yo recuerdo recibir buenos azotes delante del resto de niños. Mi abuelo y maestro me ponía de barriga en sus rodillas, levantaba una de mis perneras del pantalón corto y dale. Viendo mis «piras» y otras travesuras, hoy, no le guardo ningún rencor. Creo que me lo merecía, y había que lograr que el arbolito que yo era, creciese derecho. Eran los métodos y los tiempos.
      Gracias por comentar.

  3. Jesús, lo tuyo no es nostalgia, es vida o más bien vivencia. He visto árboles y campas y montes que te saludan pateando Ribamontán al mar y Ribamontán al monte.
    Y te saludan en la escuelas de Ribamontán y de Lezama. Y en los campos de Castilla.
    Algo tienes…
    Seguro que en un Excel de muchos años.

  4. ¡La pistola de pinzas! Las batallas a media tarde. Aquel chorro-morro-pico-tallo-qué, las espadas de madera y las flechas de varillas de paraguas (recuerdas; no tan inocentes). De todo aquello, la afición a arrancar las alas a las moscas (no sé para qué), rechina en mi cabeza ecologista actual. Vivir para ver.

    1. Ya estás aqui, jubileta. Arrancar alas a moscas era de relojeros, y además no había dónde guardarlas. Yo las metía en el tintero de loza blanca, aquel sombrerete que se insertaba en el agujero del pupitre, y luego las dejaba andar pesadamente sobre un papel, tratando de identificar el mensaje del rastro azul que iban dejando,»moscas de la aborrecida escuela».
      Espero verte.

  5. Jesús y su memoria prodigiosa, con los bolsillos del pantalón corto llenos de recuerdos tan visuales que me llevan a escuchar el rumor del río mientras leo su relato. El título no, lo siento.
    Un abrazo.

  6. Susana, estás muy confundida, los bolsillos de los pantalones cortos de los chicos, los únicos recuerdos que llevaban, eran las pelotillas que se formaban, al estilo de las pelusas de debajo de los muebles. Gracias a eso, los chicos por el uso y las cosas que llevábamos agujereábamos y teníamos acceso a nuestras partes pudendas. Nuestras madres, cuando se daban cuenta, lo cosían con fenefas jaretas y bodoques, que costaba mucho más traspasar.
    Besos

  7. como no apareces en «miembros» no puedo mandarte un mensaje personal…
    decirte que el señor Abascal (venancio como su padre) ya cumplió con el encargo: ¡muchas gracias!…
    a ver si coincidimos para que te de un bote de confitura de naranja hecha en casa…
    …o sino el 28 ya que supongo iras.
    un abrazo

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