Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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112. BABEL V (EPITAFIO)

Ovidio desapareció sin eufemismos y sin atajos. Se fue lentamente. Dicen que consiguió dejar lo poco que tenía bien atado, y eso le tranquilizó en sus últimas horas. Bueno, eso y una lista de pastillas de nombres impronunciables, como el del mal bicho que lo mató.

Yo me enteré un lunes gris. Repasando el correo en el gabinete me encontré la noticia, justo encima del mensaje en el que me comunicaba un amigo común la extinción definitiva de la empresa en la que trabajamos hace un tiempo.

Recuerdo que cuando el entró, compró todo lo que le vendieron: un importante proyecto, único e innovador, con gran futuro… Lo pagó con el capital con el que contaba en su juventud: su alma; y durante los años fue invirtiendo día a día con su propia vida.

Pero la empresa cerró.

Leo el punto seis de la Parte Dispositiva del auto 128/2011 del Juzgado de lo Mercantil Nº2 de Madrid hecho público el 19 de marzo de 2011:

«-. Se acuerda la extinción de la entidad NECROMANTIAE S.A., asimismo deberá proceder al cierre de la hoja de inscripción de la concursada en el Registro.»

Archívese y descanse en paz, Ovidio.

3 Responses

  1. María Jesús Briones

    Inicio estos comentarios, invitando a su lectura, por lo que representa , la muerte de una empresa, y su empresario ,que nunca reparamos si no nos toca de cerca.
    Suerte.

  2. Manuel Peiró

    Gracias por tu comentario María Jesús. La verdad es que aquello de la personalidad jurídica siempre se me presentó como un doble salto mortal en mi imaginación. Lo lógico es unir la vida de este espectro a quien lo crea, pero no tanto a quién lo alimenta. A quién le dedica tiempo, esfuerzo e ilusión… al trabajador que tras una vida se queda sin horizonte. Un saludo.

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