Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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38. CINCUENTA Y NUEVE SEGUNDOS.

Tenía una taza de café a medio beber cuando sonó el móvil. Las dos gomas azules que no había querido ponerse su hija enrolladas en la muñeca. Los ojos fijos en la foto enmarcada con macarrones por la niña allá cuando tenía cuatro años. Un dolor intenso en el estómago. La caja de pinturas de Lena aún abierta en el sofá. Un agujero en el pecho, otro en la frente. La lista de las cosas que habían ido a comprar juntas al chino para hacer el disfraz aún metida en el bolsillo del vaquero. El dibujo de la súper heroína en la mesita de cristal, con su capa amarilla, con la L rosa de fieltro en el medio del pecho, con la diadema a juego. Cuando colgó, cincuenta y nueve segundos más tarde, tenía que dirigirse con urgencia al hospital, y que aprender a pasarse el resto de su vida conviviendo con la noticia que acababa de darle el director del colegio.

19 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Resulta impactante leer tu relato, Paloma. Nos muestras como todo puede cambiar en un segundo. Nosotros, aquí, con el café, con la foto, con las pinturas y, allí, resquebrajándose, sin enterarnos, lo que da sentido a nuestra vida. Enhorabuena y suerte. Un saludo.

  2. Martín Zurita

    Hola, Paloma, queridísima.
    Un texto el tuyo compacto como lo requieren esos 59 segundos en los que cambia todo. Un texto tendencial conducido, encadenado, espoleado y sostenido por ese «Había» en que se apoya y con el que arranca el relato. Y por ese agujero en el pecho y el otro en la frente (que me trae gratamente a la memoria aquel micro ganador de un REC, unidad indisoluble, de Victoria Trigo Bello, no te preocupes, solo en esto), que evidencian el impacto, como de bala, que ha producido la noticia, la pésima noticia recibida por la protagonista, y que acentúa ese ramillete de cosas hermosas en torno a la niña, que la madre está viendo y sintiendo; algunas inacabadas, como el disfraz ya diseñado. Se intuye, en ese final abierto y misterioso, el acoso infantil: esa brutalidad sufrida por esa niña todavía, que quizá la lleve a no poderlo utilizar. Y el tener la madre que volverse una súper heroína (conozco algunas) para poder convivir de por vida con la desgracia. Si a «nuve», in fine, le colocas la «e» intermedia, te queda un texto de los tuyos, maestra, otro nuevo texto redondo, perfecto, lamido, donde lo tierno y lo dramático se dan la mano, porque lo primero potencia lo segundo.
    Un beso mucho más largo que esos 59 segundos, guapísima, tú si que no tienes cara de sicario, ya me entiendes, ya sabes lo metafórico que me pongo, jajaja. Tú asesinas la mediocridad con cada golpe de tu teclado, y sin estar a sueldo. Y cumples perfectamente, como catedrática en micros que eres, con la regla de oro, la acción, que debe tener un microrrelato, sobre todo al cierre o cerca de él. Ese colgar el teléfono es una genialidad, no solo una consecuencia: la protagonista da carpetazo a una parte de su vida, así, de golpe, de un plumazo. Y es un compendio del micro entero (esa acción o esa imagen a la que aludía Ignacio Ferrando, que resuma o dé sentido al texto, como suprema clave técnica a utilizar en un microcuento), como el título elegido lo es también.

    1. Eduardo, muchas gracias por comentar, y hacerlo con tan buenas palabras, ideas, y sentimientos. Siempre me impresionas con esa capacidad de análisis, y me alegra que hayas encontrado todos los hilos con los que he tramado la urdimbre sobre la que camina el relato. Fantástico.
      Con lectores como tú hay que hilar fino!

      Un abrazo sonriente, sigo sin cara de sicario, creo, y gracias.

  3. Este final suena bastante escalofriante. Es lo malo de la imaginación desbordante y de lo que a veces nos muestran en los medios audiovisuales, pero a veces la vida se vuelve ficción de la que no se puede regresar. Suerte Paloma. Abrazos de primavera.

  4. Ángel Saiz Mora

    La vida puede detenerse en un segundo, un frenazo brusco hace que ya nada vuelva a ser igual. Aferrada a los objetos que ambas compartieron, a ese atrezzo anterior a la peor de las noticias, una mujer ha de aprender a vivir una existencia que ha perdido su sentido y alicientes. Un segundo fatídico es suficiente para marcar los minutos, horas, semanas, mesas y años posteriores.
    Un relato que atrapa desde el principio y desgarra al final.
    Un abrazo grande, Paloma. Suerte

  5. Alberto

    Magistral el juego de acciones y objetos cotidianos y ese final espeluznante. Aunque suene a típico, solo apreciamos el tiempo cuando se rompe. Enhorabuena y suerte, Paloma.

    1. Gracias, Alberto, por comentar; el tiempo, como bien dices se revaloriza cuando nos damos cuenta de que con su fractura, nada va a poder seguir siendo igual. A veces, ni tan siquiera parecido.
      Saludos.

  6. Nuria Rubio

    Muy efectiva la técnica narrativa empleada para plasmar ese instante que paraliza una vida, eternizando el dolor de la pérdida… Enhorabuena.
    Un afectuoso saludo (sin fecha de caducidad)

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