138. Cuando éramos niños
Un bosque de cuento. De esos frondosos con árboles de brazos gigantes agitándose con un viento que parece aullar. O quizás sean los lobos. Siempre hay lobos en los caminos de baldosas amarillas que llevan a un mundo de fantasía. O a casa de la abuela. Ella siempre tiene historias que contar.
Se hace de noche. Cerrada, oscura, tenebrosa. Las nubes cumplen su amenaza y el cielo se rompe en pedazos sobre nosotros en el mismo momento en el que el motor deja de rugir.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Todos sentados en aquel Seat 124 rojo averiado y esperando una grúa que tardó horas en llegar, aunque no las suficientes para agotar ni la imaginación de papá, ni las canciones de mamá ni nuestras risas. Nunca nos sentimos tan felices y seguros como bajo la tormenta.
Le has dado la vuelta a esa tormenta. Bonito relato. Suerte 🙂