Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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44. DALE RAMÓN (CARLES QUÍLEZ)

Ramón, el utillero del club de fútbol del colegio del pueblo, nunca conoció a su padre, pero heredó de él una mano con media docena de dedos. La joroba que deformaba su espalda, en cambio, fue fruto de la fatalidad.

Sus malformaciones habían empezado a roer su espíritu desde pequeño, pero nunca había permitido que los demás se percataran de ello, y, por eso, siempre andaba canturreando alguna antigua canción de los payasos de la tele.

El contacto con los niños del equipo le llenaba de gozo y era la mejor terapia para su aflicción; y si los chiquillos perdían un partido, intentaba consolarles haciéndoles aquellas muecas tan divertidas que hacían que se partieran de risa…

Cuando le sacaron una tarjeta roja a su jugador preferido, un destello iluminó los ojos de Ramón. Viendo que el chaval se encaraba al árbitro, salió del banquillo y lo sacó a rastras del terreno de juego, llevándoselo al vestuario.

– Bien hecho, “monstruo”– oyó que le decía el entrenador, mientras entraban en las duchas.

El sonido del agua amortiguó la canción y una mueca desconocida asomó en su rostro. Esta vez, sin embargo, no hubo risas. Sólo seis marcas alargadas en una piel sonrosada.

18 Responses

  1. Ton Pedraz

    Efectivamente, el aspecto en ocasiones puede llevarnos a engaño. Aquí tenemos a Ramón, el más sensato de todos los que estaban en el campo. Que de monstruo, nada de nada.
    Me encantó. Ojalá tengas suerte.

  2. Carles Quílez

    ¡Ah, Ton, se nota que tienes un corazón puro! Si tus ojos hubieran adoptado una mirada menos limpia, quizás hubieras leído un relato distinto.

    En cualquier caso, agradezco tus palabras y tus buenos deseos.

    Saludos cordiales,

    1. Ton Pedraz

      Joder, ahora sí. Menudo desalmado el tal Ramón. La cancioncilla de los payasos y esas señales lo aclaran todo. Monstruo, de los peores y más difíciles de desentrañar.
      Suerte

  3. Reve Llyn

    Yo había leído -también- un relato bastante puro, y tras tu respuesta me planteo la duda…¡ay madre! ¿qué querías insinuar? Prefiero ni pensarlo. Me quedo con la versión de un utillero poco agraciado que reparte cachetes a los jugadores subiditos y maleducados (vale, aquí me descuadra lo de «su jugador preferido»). Es todo lo que puedo asimilar, para lo otro que se me ocurre no tengo estómago. Y ahora haga usted el favor de sacarme de dudas: ¿Cuál era su intención?

  4. Beto Monte Ros

    Complejos acumulados en un alma resentida y ante cualquier provocación se libera al monstruo, siempre hay que medir las palabras. Buena historia, buen microrrelato, suerte.
    Saludos.

  5. Towanda

    Hola, Carles.

    Cinco párrafos para que conozcamos al verdadero Ramón. Personaje aborrecible, de los peores monstruos que he leído este mes.
    En el primer párrafo nos lo muestras con cierta ternura.
    Ya en el segundo hay algo que oculta. No es tan buenecito: «Sus malformaciones habían empezado a roer su espíritu».
    En el tercero, ya le tenía en cuarentena, por si acaso: «El contacto con los niños del equipo le llenaba de gozo y era la mejor terapia para su aflicción».
    Y después, el desenlace que cierras magistralmente: «El sonido del agua amortiguó la canción y una mueca desconocida asomó en su rostro. Esta vez, sin embargo, no hubo risas. Sólo seis marcas alargadas en una piel sonrosada».

    Felicidades, Carles. Un micro brutal.
    Un abrazo grandísimo.

  6. salvador esteve

    Carles, las deformidades y su particularidad son su coraza, su escudo. El monstruo siempre ha estado ahí, se nutría de resentimiento y lujuria; hasta que se ha dado a conocer. Gran relato. Abrazos.

  7. Ángel Saiz Mora

    Parecía que el tuyo iba a ser un monstruo al revés, un ser benéfico por encima de su aspecto, una actualización del jorobado de Notre Dame, sólo que en utillero, pero no, ni siquiera la música de fondo puede suavizar su verdadera naturaleza, que poco a poco va surgiendo, hasta caer como un mazazo al final.
    Muy buen relato, Carles. Un abrazo y suerte

  8. En primera lectura lectura me fui por el incomprendido y solidario monstruo, pero la reacción final me ha hecho volver a leer.
    Un micro monstruoso, para un autor que es otro monstruo de las letras.
    Un abrazo amigo Noting

  9. María Jesús Briones

    He leído unas cuantas veces el relato, y me quedo con la duda de quien ahoga a quien?. Entiendo que motivos tienen ambos.
    Saludo afectuoso.

  10. Blanca Oteiza

    Carles, un micro muy bueno. Comienzas pensando en el bueno de Ramón y terminas viendo la realidad del monstruo que es.
    Un abrazo

  11. Mª Belén Mateos

    Un monstruo que pintas al principio como tierno, luego vas desgranando en cada párrafo su realidad, su crudeza y unos cantos que terminan ahogados y marcando una piel sonrosada, dejando al lector que juegue con su imaginación más desalada.
    ¡Genial!

  12. En la primera lectura he visto a una buena persona oculta tras una serie de deformaciones, pero leyendo los comentarios veo que he errado la interpretación. Quizás no hay monstruos buenos, y todos los monstruos por definición son siempre malos. Un relato muy abierto Carles, y muy bien hecho. Mucha suerte 🙂

  13. Beto, Asunción, Towanda, Salvador, Ángel, Isidro, Mª Jesús, Blanca, Calamanda, M. Carme, Mª Belén y Juan Antonio:

    Ante todo, disculpad que no os conteste individualizadamente, como os merecéis y como me gustaría hacer, pero en estos días ando muy escaso de tiempo.

    De los comentarios recibidos, observo que he provocado cierto desconcierto, en el sentido de que parecía que en un principio, el protagonista parecía alguien digamos «bueno». He intentado utilizar un lenguaje neutro que no diera en exceso esa impresión, y también he ido introduciendo pistas en el texto sobre la verdadera naturaleza del monstruo, para que su descubrimiento final no fuera una sorpresa incoherente. En este sentido, el análisis de Towanda incide en esta cuestión de forma acertada.

    Sea como sea, agradezco muchísimo vuestros comentarios y os envío un gran y cordial abrazo.

    ¡Saludos, amigos!

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