Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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69. De herencias y musas

Cuando la noche lograba sobornar al silencio de nuestra casa, se ablandaban las baldosas del pasillo. Entonces, solía caminar a hurtadillas hasta el dormitorio de mi madre donde la observaba suspirar frente a su cuaderno. En aquel preciso lugar, como el secreto mejor guardado, era testigo de un acontecimiento sobrenatural: unos minúsculos seres luminosos surgían de entre sus cabellos como chispas, salían disparados en giros imposibles e iluminaban toda la habitación. En ese instante, su rostro adquiría una peculiar tonalidad dorada y, con una inusual energía, comenzaba a componer sin descanso sus historias.
Yo permanecía escondida hasta que el brillante espectáculo iba apagando su fulgor y, vencida por el cansancio, regresaba a mi cama con el pensamiento lleno de sueños y fantasías nuevas.
Pero no fue hasta que aquella noche apoyé mi cabeza sobre la almohada, que percibí el parpadeo de una de esas criaturas atrapada entre mis rizos.
Nunca se lo conté a nadie, pero aquella mañana amanecí con mi primer verso escrito sobre la palma de mi mano.

12 Responses

  1. Precioso, María, muy tierno y lleno de dulzura. Nada mejor que el buen ejemplo para educar a los hijos. La vocación de la madre de escribir en el que quizás es el único momento del día que puede sentarse, me parece la lección ideal para la pequeña. Me ha encantado. Un saludo.

  2. Martín Zurita

    Hola, María.
    Texto memorable el tuyo. Hermoso, amoroso y aleccionador. Contagioso debería ser. Espléndida narrativa la tuya: las voces elegidas, las metáforas, la atmósfera creada, el sostenimiento de la tensión narrativa, o lo que es lo mismo: el texto engancha y no suelta y suscita la relectura, la pide a gritos. Ese trinomio: madre, hija, seres de luz, está desenvuelto con gracia y con estilo. Contiene formidables (¿mágicos?) hallazgos expresivos. Los seres influyendo sobre la madre, haciendo oficio de musas o similar; y la buena madre, y esos mismos seres, volviendo poetisa a la hija. Eso es magia, magia de primera especial. Y no se obtiene la conclusión de que estemos ante un texto blandito o ñoño. Qué va. Igual el verso en la palma de la mano estaba dedicado al padre, sabiamente elidido. Mi más muy mayor enhorabuena. Y un beso.

  3. Ángel Saiz Mora

    El texto avanza las claves, pero es necesario y merece la pena leer este relato de principio a fin, lleno de hermosos matices, escrito desde el cariño, el respeto y la admiración. Es un homenaje, más que a la genética, que también, al ejemplo de los mayores, a ese momento, mágico en sí mismo, en que las musas se hacen patentes para facilitar una creación de las que merecen la pena.
    Un saludo y suerte, María

  4. Jesús Garabato Rodríguez

    Qué mejor cosa podría heredar un hijo que las virtudes y habilidades de una madre. Ni piso, ni tierras, ni gaitas, que donde estén unas buenas musas y una persona agradecida y receptiva a su fulgor que se quiten todas las menudencias mundanas. Me ha encantado, María. Un abrazo y suerte.

  5. Qué bonito, qué tierno, María. Un placer leerte. Sin duda una de las mejores herencias que se le puede dejar a un hijo. El gusto por la literatura, por las letras y las historias. Un abrazote y mucha suerte!!

  6. Barceló Martínez

    Hola María. Benditas musas las que te han inspirado para escribir este texto, su magia me ha dejado encantado. Suerte y abrazos.

  7. Si pudiera hacer un collage entre los comentarios de Patricia y de Amparo, quedaría totalmente reflejado lo que me ha transmitido tu cuento. Así que me hago con su inspiración como si fuera una herencia que no me corresponde y añado, además, que has escrito un cuento maravilloso. Enhorabuena y mucha suerte!!!
    Bssss!!!!

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