Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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108. De repente el niño

Miraba la tarde fundirse en el mar en un soniquete de bisagra oxidada. Pensaba en ese “ya entenderás” de mi madre que apenas servía para encajar piecitas de Lego. Supongo que así lograba zafarse de mí un rato; pero yo me quedaba calado de dudas y me fugaba, dando un portazo, en busca de resfriados con que preocuparla. Deseaba volar y crecer como una borrasca. Tanto y tan rápido, que un día, al llegar del trabajo, me topé sin querer conmigo mismo. Ni acerté a reconocerme: tenía el aspecto de un Golem enmohecido. Recuerdo que el mar ya había silenciado las olas y, aun así, noté un mareo de barco; como un desenfreno de rueditas dentadas. Me dio por huir, pero aquel titán abortó la fuga plantándose enfrente como un juguete sin pilas. Cerré los ojos y en esa foto-fija nos quedamos; justo hasta que, de repente, estornudé y él dijo “salud”. Desconcertado me retiré un poco para observarme mejor. Entonces caí en la cuenta… Me acerqué despacito y le pasé una mano por él cuello. Me invadieron cosquillas de antaño y me sentí liviano. Mucho. Esa noche, como nunca, disfruté de la risa de las estrellas sintiéndome pequeñito.

4 Responses

  1. aurora royo

    Esa risa de las estrellas principesca o más bien «principitipesca»… ¡qué bonito!… «me fugaba, dando un portazo, en busca de resfriados con que preocuparla»… genial. (aunque tengo una duda: no será preocuparle?)

    Abrazo.

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