Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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58. Duelo infinito

Sentados a una mesa, cuatro figuras envueltas en el humo de los cigarrillos juegan al póker. Modesto, acodado detrás de la barra, los observa. De vez en cuando agarra el vaso y se echa un trago de cazalla que cae en su estómago como un arponazo. Los cuatro hombres se cubren la cabeza con sombreros de fieltro. Sobre la mesa, el barniz de las culatas de sus semiautomáticas produce sutiles destellos.

Modesto mira el reloj de la pared. Bosteza. Faltan cinco minutos para las doce. Saca un paquetito con las uvas y se prepara para el consabido ritual. En ese momento, uno de los hombres se retira el sombrero hacia atrás, extiende la mano sobre la mesa y muestra las cartas. Los otros, pistola en mano, se ponen en pie.  Modesto se toma las uvas al compás de los disparos que ahogan el sonido de las campanadas. En el eco de la última, el humo y las figuras se desvanecen en el silencio. Modesto suspira. Se acerca a la mesa. La limpia y la arrincona hasta el 31 de Diciembre siguiente, sin dejar de maldecir las condiciones del traspaso del bar.

10 Responses

  1. Mª Belén Mateos

    Sorprendente y original relato. Desde luego el título un acierto. (a mi me cuestan lo que más) historia bien contada.
    un beso Elena.

  2. Jes Lavado

    Me ha gustado mucho el giro final y sorprendente de tu relato, Elena. Muy bien plasmada la resignación y parsimonia del dueño del bar. Enhorabuena.

  3. Isabel

    Qué gracioso ese papel de observador silencioso y distante de la escena repetida. Genial ese suspiro de Modesto como de un padre a sus hijos rebeldes. Estas uvas sí que son únicas (eso espero).
    Felices Fiestas y besos.

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