Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ENE145. UNA NOCHE MUY LARGA, de Ángeles Mora

Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. Impasible, inmóvil ante los acontecimientos que le rodeaban, como si durmiera en la certeza de que nada de aquella vida podía mellar su tranquilidad.
Eloy despertó al dolor de cabeza y miró extrañado aquella mole, sin estar muy seguro de quién de los dos había equivocado el lugar donde dormir.
Porque el dinosaurio dormía ¿verdad?… ajeno al niño que le amenazaba con su pala de plástico o a los turistas que le ofrecían monedas como tributo de agradecimiento a la decoración de aquella playa.
Eloy lo miró con desconfianza y vomitó los excesos de la noche anterior sobre la arena.
—Si a ti no te importa todo este bullicio, yo podré soportarlo.
Cerró los ojos y volvió a dormirse. La playa era lo suficientemente grande para los dos.

7 Responses

  1. Buena aportación al original. Ya tenemos pistas de donde dormían y porqué. Hay compañeros de farras bestiales. Me gustó especialmente ese final tan generoso y amplio.
    Suerte 🙂

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