Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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25. FELICIDAD EFÍMERA

Regaló sus ovejas y abandonó su pueblo. Desconocía el porqué de aquella inquietud delirante por sumergirse en el océano si su contacto con el agua se reducía a la alberca. El río oscuro y cenagoso, le infundía temor.
En la estación, su piel pegajosa anunció salitre y en una caseta improvisada, a cambio de su reloj, consiguió unas aletas usadas. Extensas praderas de Posidonia y peces coloridos hicieron que se olvidara de lo esencial, que no tenía cuerpo hidrodinámico, ni adaptaciones esenciales.
Dos delfines llegaron como ángeles y le devolvieron a tierra.
Con el tiempo Umberto adquirió una habilidad prodigiosa para el buceo en apnea, la camaradería con los delfines era su acicate, sin embargo, percibió cierta rivalidad entre ellos.
Una tarde, el más pequeño nadó velozmente hacia él y buscó sus manos, parecía angustiado, segundos después, el más grande embistió repetidas veces contra su compañero, provocándole graves contusiones en su cuerpo.
Umberto, atónito, deseo intervenir pero le paralizó el miedo, ansió escapar pero su cerebro aturdido enviaba señales confusas.
En un último esfuerzo, el animal herido metió su pico bajo la axila del hombre, que en la orilla, inconsolable, diluyó con sus lágrimas el rojo ferroso de la violencia.

36 Responses

  1. Calamanda Nevado

    Mercedes, bien contada tu historia oceanica, con delicadeza, como comenta Juan más arriba. Suerte y saludos

  2. Ángel Saiz Mora

    Los delfines no sólo pueden ser esos seres simpáticos a los que estamos acostumbrados, tal vez también son capaces de albergar odios y rivalidades, algo muy corriente en los humanos y en su hábitat terreno, pero quizá común igualmente a todos los seres en cualquier latitud, tanto más cuanto más inteligentes. En todo caso, la felicidad nunca es eterna.
    Un saludo y suerte, Mercedes

    1. Gracias Ángel, como suele ocurrir, unos caerán la lana y otros crían la fama o viceversa. En el momento en que escribí el micro me arrastró esa idea menos amable que podría parecer exclusiva de los humanos y ahí quedó. Gracias por venir. Un saludo de mayo.

  3. ANTONIO RODRÍGUEZ

    Me ha impresionado tu relato. Dotado de imágenes viscosas -como los delfines-, has empleado con acierto los adjetivos al principio, anunciando lo que viene después. Luego las imágenes submarinas cautivan y dan un halo de misterio. Y ese final violento y tierno nos transporta a un mundo con esperanzas. Enhorabuena maestra.

    1. Bueno, después de este comentario duplicado, que además ni era para ti, disculparme y decirte que son muy interesantes lios enlaces, pero ya me estaba temiendo que no ibas a decir nada del micro, jajaja, oír poco termino con mis uñas…
      Gracias Silvia, por la lectura y la información. Buenas noches.

  4. Silvia

    Tienes razón, mis disculpas. No era mi intención desviar la atención de tu relato, sino aclarar un poquito lo de los delfines porque es un tema que poca gente sabe. No quería inmiscuirme en tu terreno, lo siento.

  5. Silvia

    Jopé ya lo sé, pero lo cortés no quita lo valiente. Aquí se viene a hablar de tu relato, no de la vida privada de los delfines!!!!

  6. María Posadillo

    Tu historia da un giro al final inesperado. En su lectura he encontrado dos historias que se entrelaza: la del hombre que siente la llamada instintiva del océano y se deja arrastrar, y la de una naturaleza cruel aún en los seres más afables del mar.Me gusta la manera enla que haces confluir las emociones humanas y salvajes para mostrar que al final la vida está hecha de sentimientos encontrados. Suerte!

  7. Jajaja, eso me recuerda que un día me calificaban así. ..y mira, esa era una nota de las deseadas, una de las que a veces, no siempre, obtuve.
    Gracias Don Modes, deseo que la tía Julipi esté bien, jajaja.Feliz día amigo.

  8. Salvador Esteve

    Como un delfín saltando en este océano de historias por poco se me escapa tu relato. La llamada ancestral donde se originó la vida atrae irremediablemente al protagonista, pero ese universo ya no nos pertenece, las olas de la felicidad solo nos mojan levemente para luego retroceder. Me ha gustado mucho tu propuesta, Mercedes, por la original amalgama de emociones. Abrazos y mucha suerte.

    1. Como en el cuento «El anillo del Rey», Salvador, todo pasa. Lo bueno y lo malo. A Umberto le pasó el tiempo de ovejas y fue en busca de otros mares, nunca mejor dicho. Pero, hete aquí que fue ahí donde descubrió la soledad más grande, la soledad infligida por la impotencia y el dolor.
      ¿Cómo podría bucear al día siguiente con el delfín asesino? ninguno de los dos podría volverse ya a mirar en los ojos del otro.
      Gracias Salvador, me alegra que hayas venido. Feliz noche de mayo.

  9. Ton Pedraz

    Hola Mercedes.
    Tu relato, además de estar muy bien escrito, nos ha ayudado (al menos a mí) a descubrir un rasgo poco conocido de esa especie. Sospecho que, como ocurre en el mundo de los humanos, en el ámbito salvaje también prolifera la violencia.
    Enhorabuena Mercedes, y que tengas mucha suerte.
    Ton.

    1. Los celos, Ton, que son muuuu malos. Es mejor mirar las cosas desde la distancia para no caer en falacias de nuestra mente. Ahí estaba Umberto, descubriendo un mundo maravilloso y un sentimiento tan vil tuvo que estropearlo todo.
      Dios nos libre.
      Gracias Ton por venir y por lo que de bueno deseas para mi.
      Buenas noches y felices.

  10. Towanda

    Hola, Mercedes.
    Menudo arranque bueno tiene tu micro.
    Pasamos de las ovejas a los delfines en un suspiro y nos metemos de lleno en el océano y en esa rivalidad.
    Felicidades, guapa.
    Es misterioso y me encanta.

  11. Así somos los humanos, inconformistas y buscadores de la felicidad. Menos mal.
    Ha sido mejor el arranque de la jornada con tu saludo Towanda, con ese olor a tomates verdes fritos que siempre me evocas.
    Feliz día de primavera y una flor para tu trenza.

  12. J. Ignacio

    Mi tío reparaba barcos en el puerto de Pasajes y a veces nos llevaba a visitarlos. Yo era sólo un chavalín y siempre he vivido tierra adentro, mis ‘mares’ eran los trigales y luego los viñedos, pero tengo mis motivos para pensar que el ambiente marinero y esa fuerza evocadora que tiene el mar, una vez te atrapan ya no te sueltan, por muy lejos que te vayas.

    El comienzo recuerda un poco al de Moby Dick: un hombre de tierra adentro que, sin siquiera saber por qué, ni tampoco importarle, sigue el curso del río hasta llegar al mar, y allí se embarca en el Pequod rumbo a la aventura, con tanta ilusión como el que más. Siente la llamada del mar y eso es todo lo que necesita saber.

    Lo comento porque el primer párrafo es el más revelador: el protagonista, al que se intuye indeciso durante largo tiempo, no se libera de sus ovejas sino de sus ataduras, y esa sensación de libertad recién ganada es lo que le lleva hasta el mar, que representa lo novedoso, lo diferente, el estímulo necesario y el camino a seguir, lleno de posibilidades y de expectativas, quizá tan atractivas como desconocidas. Qué bonita metáfora asociarlo con el mar, ¿verdad?

    Nunca ha habido comienzos fáciles, pero el protagonista no escatima en esfuerzos ni sacrificios: necesita más estas ‘nuevas’ aletas que aquel ‘viejo’ reloj. Qué ejemplo tan sugerente y bien escogido para mostrarnos su motivación y la firme decisión de apostar fuerte por aquello en lo que cree.

    La nota triste la ponen los delfines, porque el buceador se siente muy ligado a esa amistad tan especial con ellos y, sin embargo, acaban por atacarle e incluso herirle cuando intenta defender al pequeñín, al que no puede valerse por sí mismo, en desventaja frente a sus propios congéneres. El rojo ferroso procede de una herida física, pero también existe una herida moral, injusta y cruel.

    Felicidades y, con toda humildad y respeto, gracias por decirnos tantas cosas con tan pocas palabras, además impregnadas de poesía. Eso no se puede evaluar en términos matemáticos, sería un despropósito. Sería como pretender ponerle nota a los sentimientos.

    Pido disculpas por la longitud de mi comentario. Ojalá no caiga en saco roto. Mucha suerte con tu cuento, namasté.

  13. José Ignacio

    Gracias a ti, aunque no es cuestión de longitudes, sino de torpeza por mi parte.

    Me gustaría creer que, a veces, es fácil agradar a quienes queremos, y para eso sólo hace falta un gesto. Lo importante es lo que se quiere transmitir y no es, por tanto, cuestión de longitud.

    Es más difícil con quienes nos quieren, porque también resulta fácil hacerles daño. Se encuentran totalmente indefensos, como tu buceador con los delfines. Ese es el verdadero motivo de sus lágrimas.

    Creo que fue Albert Einstein quien dijo que el mayor logro del ser humano, consiste en conseguir la sonrisa de aquellos de quienes depende la suya propia. Y, si no recuerdo mal, Javier Marías afirmó que aquello que escribimos es, de alguna forma, reflejo de aquello que somos. Añado yo que quien bien te quiere, te hará reir. Y punto pelota!!

    Así pues, deseo que la vida te colme con infinidad de finales felices, y con personas que sepan siempre cómo sacarte una sonrisa, bella y sincera. Seguro que su propia vida también resultaría más bonita de esa manera. Te será fácil encontrarlas: los pájaros cantan en su parte del bosque… ;-))

    1. ¡Hombre! Una lunita preciosa en una página de ensueño e imaginación, qué bella combinación. Nada más puro.
      Un beso para ti que eres parte del artificio de mi imaginación. En mayo y en todos los meses y estaciones, siempre te quiero.

  14. Pues no le vayas a dar un disgusto hombre. Sí, a veces suceden estas cosas, ya ves, ahí sin ir más lejos tenemos la cara oculta de la luna… mejor que no nos enteremos de nada más, jajaja. Como dijo aquel: «virgencita que me quede como estoy»
    Gracias Lorenzo y sigo pensando que muy muy original tu relato con esa carrera vertiginosa hacia ¿dónde? Ninguno de los dos lo sabía muy bien.
    Feliz mañana de junio.

  15. Es un relato muy denso, aunque parezca corto. Ese pastor que da un giro a su vida y casi le cuesta la vida en un par de ocasiones, pero quizás el dolor viene por encontrar a los maravillosos delfines similares a los hombres en sus luchas. En fin, como te digo, para meditar.

  16. Pues sí Ximens, así es la vida, breve pero intensa. Digo yo que si fue tan valiente y arrojado que fue capaz de cambiar su mundo para buscar aquello en lo que creía, también será capaz de superar este escollo inesperado. Seguramente, tirado en la arena, escupiendo sal y lágrimas, acabará por entender que la dualidad está en todos lados. Ni los delfines, tan adorables y curativos, pueden ser perfectos. ¿O acaso la perfección es eso, ser dual y asumirlo? Ciertamente, Ximens, la reflexión está servida.
    Un abrazo de viernes, por tanto, un abrazo feliz y esperanzador.

  17. Cristina Requejo

    Muy buen relato, Mercedes, y bien narrado. Coincido con Javier Ximens y con María Posadillo en sus comentarios.
    Suerte y un beso.

  18. Gracias Cristina, normalmente, cuando escribo la historia suele salir fluida, un retoque por aquí, pero por allá, pero la magia real se ejecuta cuando personas como tú la leen, personas que no tienen ningún compromiso por el que quedar bien. Si me gusta venir aquí es por eso. Porque dejamos a nuestros hijos al cuidado de las personas que siempre le sacarán la parte mejor. La valiosa. Es el mejor aliento para continuar viniendo. Gracias Cristina, agradecida me halló. Buenas noches y feliz vida.

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